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Los ingresos de la restauración retroceden este verano

Este verano ha sido raro. No sólo por el caos en los trenes y autopistas y por el apagón de Barcelona, sino por el tiempo. Agosto, en particular, fue un mes frío y marcado por los chaparrones en Barcelona. Se notó en la mayor afluencia de turistas a los museos e iconos turísticos con techo. Y también en las terrazas al aire libre de bares y restaurantes, desiertas en cuanto caían las primeras gotas; o llenas, pero sin las mismas colas del verano pasado.

Tras encuestar a 50 establecimientos adheridos a la organización ubicados en distintas zonas de la ciudad, el Gremio de Restauración de Barcelona estima que este verano se ha producido un retroceso de los ingresos cercano al 2%. Aunque las medias siempre suenan engañosas y los establecimientos en las zonas clasificadas como calientes desde un punto de vista turístico -caso del Puerto Olímpico, o también del Poble Espanyol, cuya inclusión en más rutas organizadas para visitantes ha incrementado la afluencia- han notado menos el bajón o incluso hablan de una buena temporada.

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"Septiembre arranca todavía peor. Finales de agosto y principios de septiembre están siendo preocupantes. Se nota que al consumidor le cuesta llegar a final de mes", cuenta el presidente del gremio, que reúne a 4.500 de los cerca de 12.000 establecimientos que hay en Barcelona. La facturación global del sector ronda los 28,25 millones de euros al año.

Restaurantes y bares de tapas del Eixample consultados por este periódico corroboran la impresión de que las familias se aprietan cada vez más el cinturón. Y que prefieren la tortilla de patatas y la croqueta a la tapa de langostino y de jamón ibérico.

La incidencia es menor en restaurantes selectos y de precios elevados, pongamos por caso con 50 plazas y una demanda de 200. Tienen los ingresos garantizados. Se nota más en las ventas de cafés con leche y croissant en establecimientos de batalla, como las cafeterías del metro y estaciones de tren.

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