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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Cuestión de confianza

La decisión sorprendente, por inusual, de la Reserva Federal estadounidense de reducir el pasado viernes su tasa de descuento (el tipo de interés que cobra en sus préstamos directos a los bancos) en medio punto da cuenta de la seriedad de la crisis crediticia abierta tras el deterioro del mercado hipotecario en EE UU. La última vez que la Fed redujo sus tipos al margen de las reuniones regulares de su comité fue tras los atentados del 11-S, con los mercados financieros cerrados. La decisión muestra también la disposición de ese banco central a que la crisis no vaya a mayores como consecuencia de la falta de disponibilidad o del excesivo encarecimiento de la financiación interbancaria.

Es a través de la falta de confianza donde el impacto económico puede ser significativo a medio plazo, dentro y fuera de EE UU. Y hoy por hoy la confianza en las instituciones privadas se ha deteriorado notablemente: en los bancos, de los bancos entre sí, tal y como ha puesto de manifiesto el endurecimiento en el mercado interbancario, y en las agencias de calificación crediticia. También en instituciones inversoras, fondos de distinta naturaleza -desde luego, los hedge funds-, ávidos de obtener esas elevadas rentabilidades que ofrecían las hipotecas subprime (algunos de ellos estrechamente vinculados a los más importantes bancos de inversión del mundo), asumiendo elevados grados de endeudamiento. Desconfianza, en fin, de los pequeños inversores en la capacidad de los anteriores para gestionar la crisis abierta e incluso para garantizar la necesaria transparencia. El comportamiento de los mercados bursátiles la pasada semana ha dejado lugar a pocas dudas. Las intensas caídas, que no han de ser necesariamente las últimas, son en gran medida el reflejo de la incertidumbre y desconfianza.

Como toda crisis financiera moderna, el contagio está asegurado. Gobernar esas perturbaciones es un asunto tan global como la geopolítica al uso. Es importante que algunas autoridades nacionales, como los principales bancos centrales, actúen para neutralizar los primeros efectos. Acierta el presidente francés Sarkozy al solicitar una reunión del G 7, con el FMI incluido, para abordar la falta de transparencia en el funcionamiento de los mercados y la necesidad de neutralizar el contagio.

También es positivo que la Comisión Europea decida abrir una investigación sobre el papel jugado por las agencias de calificación crediticia en el desencadenamiento de la crisis crediticia. No es la primera vez que las calificaciones que otorgan esas empresas (por las que cobran sus buenos ingresos) son manifiestamente desautorizadas por la realidad.

Se trata, en definitiva, de dos iniciativas europeas en torno a un problema originado lejos de Europa pero, al igual que ocurre con otro tipo de conflictos, de extensión verdaderamente global. Fortalecer la confianza es la precondición para su eventual solución. Y eso significa actualmente que las instituciones multilaterales y los mecanismos de coordinación global disponibles han de actuar para, cuando menos, esclarecer el alcance de la crisis crediticia, nunca más ajustada su etimología, de confianza, en definitiva.

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