Alan García: "Malditos sean los que suben los precios de los alimentos y las medicinas"
El terminal de la empresa Soyuz, en el céntrico distrito limeño de La Victoria, luce más atiborrado que nunca. De aquí parten cada cinco minutos autobuses de bajo coste hacia el sur chico: Cañete, Chincha, Pisco e Ica, justamente las ciudades más golpeadas por el seísmo del miércoles. Cientos de personas llenan la sala de espera y forman colas que salen hasta la calle. Muchos portan cargas inusuales: agua embotellada, latas de conserva y frazadas.
El intervalo de salida no ha variado, los autobuses parten repletos pero sólo pueden llegar a Chincha, a 200 kilómetros al sur de Lima. De allí hasta Ica faltan otros 150. Los que quieran seguir tendrán que efectuar transbordos e improvisar. "No sé aún cómo vamos a hacer, seguramente tendremos que cambiar dos veces de autobús y caminar un trecho", asegura Alan Aguilar, que guarda cola para comprar un pasaje. Él y su hermano quieren viajar a Ica, donde tienen varios familiares que han sido afectados por la catástrofe.
El precio de los pasajes terrestres con destino a las zonas afectadas se ha incrementado sensiblemente. De 15 soles (3,6 euros) que costaba el trayecto entre Lima e Ica, han subido a 14 soles solamente hasta Chincha. "No tengo idea de cuánto más me va a costar, quizá 20 soles [5 euros] más", dice Alan. "Estamos yendo a la aventura".
Se calcula que los pasajes hacia las ciudades golpeadas por el terremoto han subido de precio en un 80% de promedio. Los ejecutivos de las empresas de transporte lo justifican como algo natural por la alta demanda, pero la excusa no ha impedido que el presidente Alan García los fustigue con dureza: "Malditos sean los que suben los pasajes, los alimentos, las medicinas", dijo durante su visita a Pisco, donde verificó la magnitud de los daños.
Allí también anunció las primeras ayudas económicas para los afectados. Firmó un decreto para transferir tres millones de soles (750.000 euros) al Instituto Nacional de Defensa Civil, que se ocupará de la atención de las víctimas. Más tarde se anunciaron ayudas económicas de hasta 6.000 soles (unos 1.460 euros) por damnificado para reconstrucción de viviendas y 1.000 soles (243 euros) para cubrir gastos de servicios funerarios.
Créditos blandos
El Banco de la Nación anunció que dará seis meses de gracia a todas las personas que tengan préstamos pendientes de pago y habiten en las zonas afectadas por el terremoto, y otorgará créditos blandos para apoyar la reconstrucción.
En Lima, la vida empezó a recuperar su cauce normal, pese a que aún ayer se dejaron sentir algunos pequeños temblores y un golpe de mar en el puerto del Callao que afectó a cerca de 8.000 personas, la mayoría habitantes de chabolas. Todos los puertos de la costa central cerraron por los fuertes oleajes, que obligaron a la población a retirarse tierra adentro por temor a un maremoto que no se produjo.
Casi todos los colegios y la mayoría de instituciones públicas volvieron a la actividad, salvo los tribunales, que lo harán el lunes, y el Ministerio de Trabajo, cuyo edificio principal quedó seriamente debilitado. También quedaron inutilizados dos edificios de viviendas en los distritos residenciales de San Isidro y Miraflores. Al menos el primero tendrá que ser demolido. También quedó comprometido el puente Trujillo, uno de los más tradicionales de Lima, situado a la espalda del Palacio de Gobierno.
La sociedad ha empezado a movilizarse para enviar ayuda a las víctimas. En varios puntos de Lima se han organizado zonas para la recepción de víveres, mantas y ropa de abrigo. También se ha iniciado una campaña masiva para solicitar la donación de sangre.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.