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2.000 inmigrantes buscan trabajo en Lleida

La mayoría son subsaharianos indocumentados que llegan por la campaña de la recolección de la fruta

Las calles de Lleida y de localidades de su entorno más próximo, principalmente de la subcomarca del Baix Segre, están ocupadas desde primeros de mes por centenares de inmigrantes. La mayoría son subsaharianos indocumentados que esperan una oportunidad para encontrar trabajo en la campaña de recolección de la fruta. La cruda realidad es que ninguna de esas personas podrá ver cumplido su sueño de trabajar porque sin papeles ningún agricultor se arriesgará a contratarlos. El cálculo aproximado es que en esa situación se encuentran entre 1.600 y 2.000 inmigrantes.

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La escena se repite. Desde hace años, a finales de junio y coincidiendo con el inicio de la campaña frutícola, la llegada masiva de inmigrantes, muchos de ellos procedentes de los centros de internamiento de Canarias y Andalucía, modifica el paisaje urbano de las localidades productoras de fruta del sur de la provincia: Alcarràs, Serós, Soses, Aitona, La Granja d'Escarp, Torres de Segre y Massalcoreig, entre otras.

En Alcarràs, uno de los puntos conflictivos del mapa del trabajo temporal y donde se llegaron a concentrar un millar de subsaharianos en un campamento improvisado, la situación ha mejorado mucho desde que en 2004 el Ayuntamiento ordenó demoler la granja en la que vivían en condiciones infrahumanas. Ese municipio hizo también un llamamiento para que los temporeros sin papeles se abstuvieran de acudir porque no tendrían la posibilidad de trabajar y tampoco de acogerse a los servicios sociales.

Pese a ello, los inmigrantes siguen llegando a Lleida atraídos por la campaña de la fruta. Desde hace algunas semanas, decenas de ellos acampan en la plaza del Seminario de Lleida, una de las zonas más degradadas del centro histórico. Malviven en la calle y duermen a la intemperie sobre cartones. La gran mayoría no tiene documentos y algunos reconocen que proceden de los centros de internamiento de Canarias, adonde llegaron hace unos meses en patera. "Allí nos dijeron que en Lleida podríamos encontrar trabajo con facilidad, pero no es verdad. Aquí vivimos como animales, no tenemos dinero y encima la policía municipal nos echa de la plaza con malos modos", explica Henry B., un ciudadano de Malí de 20 años. Parece desesperado y arrepentido por haber iniciado una aventura que no sabe cómo acabará. "Hay personas que nos piden 50 euros por una oferta de trabajo. ¿Cómo puedo pagar esa cantidad si no tengo para comprar comida?", denuncia.

Los vecinos señalan que la situación es insostenible y reclaman a las autoridades que los desalojen. "Lo hacen todo en la calle a la vista de todos: duermen, se asean, se desnudan y hacen sus necesidades. Es como si viviéramos en un poblado africano", señala Dolors G., inquilina de una de las viviendas que dan a la plaza.

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Los servicios sociales del Ayuntamiento y la Cruz Roja les facilitan alimentos, ropa y material de aseo. El teniente de alcalde de servicios personales, Candi Vilafañe, asegura que el consistorio no les puede alojar en un local porque ello provocaría un efecto llamada. El alcalde, el socialista Àngel Ros, opina que se trata de una situación pasajera "porque todos los inmigrantes pasan por Lleida antes de viajar a otras localidades". Ros afirma que es imposible evitar que algunos duerman en la calle porque rechazan el ofrecimiento de pasar la noche en el albergue municipal.

El panorama no es diferente del que puede encontrarse estos días en todo el Baix Segre. Las autoridades locales se sienten impotentes para controlar el alud de inmigrantes en esta época del año. El alcalde de Serós, Gabriel Pena, de ERC, exige responsabilidades al Gobierno central, la administración competente, y cuestiona la contratación en origen como solución al problema. "En este momento yo tengo el 30% más de población, pero si traen trabajadores de otros países con un contrato de trabajo pueden producirse conflictos con los temporeros de aquí por celos", añade Pena.

El alcalde de Serós afirma que este año hay en la población más inmigrantes que en 2006. Duermen a la intemperie en los campos y en las plazas y los vecinos se quejan de que entran en sus huertos y almacenes para proveerse de comida. "Los fines de semana la situación se agrava porque se concentran en los bares y cuando llevan varias copas se pelean entre ellos", cuenta el propietario de un céntrico bar de la localidad. En Serós, un bando municipal prohíbe dormir y comer en la calle y hacer ruido por la noche, pero es imposible hacerlo cumplir.

Mientras todo esto sucede, los responsables del Gobierno central y de la Generalitat en Lleida, José Ángel Flores y Jaume Gilabert, coinciden en señalar que la campaña se está desarrollando con normalidad. Lo cierto es que hasta que finalice la temporada de la fruta, a finales de septiembre, en muchas calles y plazas de Lleida se oirá el mismo lamento: "Sin papeles no hay trabajo y sin trabajo no puedo vivir".

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