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Cumbre del G-8

EE UU accede a un acuerdo de reducciones de gases contaminantes en el marco de la ONU

Los Gobiernos de Washington y Moscú quedan exentos de aplicar objetivos vinculantes

Una obra de ingeniería lingüística permitió ayer a los líderes del G-8 lograr un acuerdo sobre la lucha contra el cambio climático, que pospone los compromisos concretos hasta dentro de dos años. La canciller alemana, Angela Merkel, se apuntó un triunfo al conseguir convencer a George W. Bush de que los esfuerzos para combatir el calentamiento del planeta deben pasar por el marco de Naciones Unidas y de que hay que sentarse a negociar reducciones obligatorias de las emisiones de dióxido de carbono para cuando expire el protocolo de Kioto, en el año 2012.

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Un giro significativo de la mano de un George W. Bush muy debilitado. La canciller Merkel explicó que los líderes del G-8 se comprometieron a llevar a cabo "una reducción sustancial de las emisiones globales" y a "considerar" su propuesta -apoyada por Japón y Canadá- de reducir un 50% las emisiones de gases de efecto invernadero de aquí a 2050.

Esto no supone un compromiso obligatorio inmediato para Rusia y Estados Unidos, que quedan exentos de aplicar reducciones vinculantes, aunque se comprometen a sentarse a la mesa de la ONU el próximo diciembre en Bali y a llegar a un acuerdo de reducciones en 2009.

El acuerdo le ha permitido a Merkel salvar la cara y ganar apoyos en una cumbre en la que ha invertido un gran capital político, haciendo del cambio climático su prioridad. Pero también ha permitido a Bush no comprometerse a reducciones concretas en Heiligendamm, aunque tuvo que flexibilizar su postura inicial de rechazo que había expresado el día anterior de pisar tierra alemana. Los compromisos concretos deberán esperar al menos dos años más, cuando George W. Bush ni siquiera estará ya en la Casa Blanca.

Los líderes europeos se felicitaron por un acuerdo que Merkel consideró "un gran éxito", a pesar de que finalmente no logró convencer a Washington, el país que más gases de efecto invernadero vierte a la atmósfera, para que asumiera el objetivo europeo de reducciones.

Con la reducción del 50% de las emisiones en 2050 respecto a los valores de 1990, la Unión Europea pretende limitar el ascenso de las temperaturas en dos grados hasta el final de siglo con respecto a los niveles de la era preindustrial.

Un triunfo

A pesar de la falta de compromiso de Washington y Moscú, los europeos consideran, sin embargo, un triunfo que Bush, que se retiró de Kioto al poco de llegar a la Casa Blanca y cuyo país no ha ratificado ese protocolo que obliga a importantes reducciones, acepte ahora participar en las negociaciones de un nuevo texto de la ONU que sucederá a Kioto a partir de 2012. Según el calendario de Naciones Unidas, a más tardar en 2009, los países negociadores deberán haber llegado a un acuerdo.

El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso, se mostró exultante y consideró que el pacto reafirma el liderazgo europeo en materia de medioambiente. Un Tony Blair de salida no se quedó atrás en elogios a su gran aliado estadounidense y estimó que "por primera vez estamos ante la posibilidad de alcanzar un acuerdo global sobre cambio climático con recortes sustanciales de emisiones y con todo el mundo formando parte del acuerdo".

El presidente francés, Nicolas Sarkozy, de estreno en su primer G-8, explicó que hubo que "arrancarle" a Bush el acuerdo en el último momento y explicó que aunque "no hay una obligación absoluta" de lograr esos objetivos, si "se toma en serio, habremos llegado lejos".

El comunicado final hecho público ayer por Alemania, el país que preside este semestre la UE y el G-8, "invita" además a las economías emergentes como China o India a participar en el futuro acuerdo post-Kioto. Los países del G-8 emiten el 42% de los gases de efecto invernadero de todo el planeta. Pero los científicos calculan que en 2012 los países en desarrollo y los emergentes habrán superado en emisiones a los desarrollados.

Por eso, EE UU insiste en que en las próximas negociaciones, China, a la que como a otros países menos desarrollados Kioto no obliga a reducir emisiones, debe estar dentro. Ayer, Blair lo dio por hecho, pese a que tanto China como India han dejado claro que piensan anteponer su desarrollo a la protección del clima. También argumentaban que primero deben hacer los deberes los países que más contaminan y que sólo después les tocará a ellos. Los líderes europeos más optimistas consideran ahora que con Estados Unidos en el barco de la ONU, será mucho más fácil convencer a las economías emergentes.

Organizaciones ecologistas como Greenpeace consideraron que el alcanzado ayer es un acuerdo de mínimos y que supone un fracaso al no obligar a los países firmantes a reducciones concretas de emisiones tóxicas.

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