Sin un segundo de respiro

El nuevo teatro musical italiano brilla con luz propia con obras como Les Cenci, de Battistelli, actual director de la Bienal de Venecia en su faceta musical. La representación es un ritual en el que en ningún momento decae la tensión musical. Los actores son excelentes y dicen, más que cantan, el tremendo texto de Artaud sobre los Cenci, personajes que han inspirado óperas como Beatrice Cenci, de Ginastera, representada con gran éxito hace unos años en el Gran Teatro de Ginebra.

Lavaudant hace una exhibición de inteligencia en la sencillez con un planteamiento escénico en el que destacan la teatralidad y la utilización expresiva de la luz, un poco a lo Robert Wilson, dicho esto con ánimo elogioso. La música de Battistelli, primorosamente manejada por Luca Pfaff, ilustra, crea atmósferas, conmueve, sugiere y describe. No se puede pedir más. Además, la duración en torno a una hora permite que la concentración se mantenga. (Es curioso: en un par de semanas han coincidido en Madrid dos espectáculos tan extraordinarios y estimulantes como el estreno mundial de Carlos Galán ilustrando musicalmente la película sueca muda Gösta Berling Saga, y la obra de Battistelli apoyando un texto emblemático del "teatro de la crueldad"). Las posibilidades creativas de la música para "dialogar" con otras artes están en plena efervescencia. Es para alegrarse, desde luego.

Les Cenci se estrenó en Londres en 1997 en inglés. Existen versiones en alemán y francés. En Madrid se ha podido escuchar en el idioma de Voltaire. La producción del Odéon-Théâtre de l'Europe, dirigida por Georges Lavaudant, presentada este fin de semana en el Albéniz, se estrenó en Siena en julio de 2006.