Israel endurece los ataques a Gaza
El Ejército mata a ocho civiles al bombardear la casa de un diputado de Hamás
Israel respondió ayer con extremada violencia al lanzamiento de cohetes caseros que las milicias palestinas disparan mañana y noche desde hace días sobre la ciudad de Sderot, a tres kilómetros de Gaza. El Gobierno de Ehud Olmert aprobó por la mañana aumentar la dureza de los ataques contra los dirigentes de Hamás, sin excluir a sus líderes políticos. Horas después, ocho civiles fallecieron en el bombardeo de la casa en la ciudad de Gaza de un diputado de Hamás que se encontraba ausente, dado que muchos dirigentes del movimiento fundamentalista ya habían pasado a la clandestinidad días atrás.
La aviación israelí no logró su objetivo de matar al parlamentario islamista Halil al Haya. Era el objetivo, y poco importaba quién le acompañara. Perecieron siete de sus familiares y otro civil. Y es que mientras las facciones palestinas respetaban el quinto alto el fuego pactado tras 10 días de cruentos combates, el primer ministro israelí soportaba una enorme presión de la extrema derecha, que viene reclamando desde hace días un escarmiento ejemplar y el desmantelamiento del movimiento islamista. La opción más plausible es la que finalmente se ha ejecutado.
Lo anunciaba por la mañana el ministro del Interior, Zeev Boim -diputado de Kadima, el partido de Olmert-, quien no se anduvo por las ramas. "Debemos golpear a los líderes de Hamás con toda nuestra fuerza. Tenemos una lista que incluye desde el primero hasta el último", advirtió. Para dejar claro que también aludía a los jefes políticos, se refirió expresamente a los asesinatos del jeque Ahmed Yasín y de su sucesor, Abdelaziz al Rantisi, en 2004. "Nadie es inmune", concluyó. Lo sabían bien muchos de los jefes militares y políticos de Hamás, que desde hace días cambian de lugar para pernoctar.
Son ya 31 los palestinos muertos -17 civiles, según organizaciones de derechos humanos palestinas- desde que el miércoles el Ejército israelí lanzara su aviación, y después la artillería, para golpear a los comandos de encapuchados islamistas que lanzan cohetes caseros sobre el territorio israelí.
Esta brutal represalia, sin embargo, parece insuficiente para varios miembros del Ejecutivo. "La coalición actual ha llegado al momento de la verdad. No es un ultimátum. No estoy poniendo un límite de tiempo. Pero, finalmente, no hay más elección: o nos deshacemos de Hamás o nos deshacemos del Gobierno", declaró a Radio Israel Avigdor Lieberman, viceprimer ministro a cargo de Asuntos Estratégicos y jefe del partido ultranacionalista Yisrael Beitenu.
El líder de la población que emigró a Israel tras el derrumbe de la Unión Soviética, a comienzos de los años noventa, precisó: "Hablo de una operación específica, de desmantelar Hamás total y absolutamente, de la creación de una situación nueva. Es el momento de acabar con las declaraciones y las amenazas, es el momento de llevar a cabo operaciones duras...".
No obstante, esta propuesta requeriría una invasión por tierra y probablemente la reocupación de la franja, evacuada en agosto de 2005. Una vuelta atrás que nadie desea en Israel. El riesgo de sufrir bajas mortales en una operación terrestre es demasiado elevado y supondría un coste político difícil de soportar para el primer ministro. Además, pocos expertos creen que ello valiera para poner fin al lanzamiento de cohetes.
Si algo está claro es que, a diferencia de lo sucedido cuando el Ejecutivo se embarcó sin un día de demora en la guerra contra Hezbolá, ahora han aguantado cuatro días antes de lanzar su aviación sobre Gaza. Se deja sentir el informe de la comisión Winograd, que criticó severamente la actuación de los mandos castrenses y del Gobierno durante la guerra contra Hezbolá en 2006.
Topa la iniciativa de Lieberman con un inconveniente añadido. La eliminación completa de Hamás es sencillamente imposible, a juicio de cualquier analista militar israelí. Por lo que, muy probablemente, lo que deseaba el viceprimer ministro con su amenaza de abandonar el Gobierno es empujar para que Olmert decida de una vez propinar un duro escarmiento a la milicia islamista. También lo han pagado caro, como sucede con frecuencia, los civiles palestinos. En todo caso, la advertencia de Lieberman también supone un punto mayor de inestabilidad para un Ejecutivo ya muy debilitado.
Yisrael Beitenu no es imprescindible para mantener la mayoría en el Parlamento de 120 miembros, pero la pérdida de sus 11 escaños mermaría la estabilidad de un primer ministro que encaja un golpe tras otro: acusaciones de irresponsabilidad, por la citada comisión nombrada por el propio Ejecutivo, en la adopción de las decisiones sobre la guerra de Líbano; investigaciones judiciales sobre supuestos casos de corrupción; crisis internas en Kadima, y el acoso feroz del Likud y la extrema derecha, que exigen mano dura contra las milicias palestinas.
Los cohetes artesanales Kassam, que los milicianos de Hamás disparan sobre Sderot, no dejaron de caer ayer, 45 durante el fin de semana. Por este flanco también llueven críticas a la ineficacia del Gobierno. Más de 2.000 personas han huido de la ciudad, muchos con la estancia en hoteles de Tel Aviv o Netania pagada por un multimillonario de origen ruso.
LA SITUACIÓN DE HAMÁS
Las facciones palestinas firman de nuevo el final de los enfrentamientos
"Debemos golpear a los líderes de Hamás con toda nuestra fuerza", dice el ministro del Interior israelí, Zeev Boim
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