Mientras anochece
2007 es el año de L'Orfeo, de Monteverdi. Al cumplirse el cuarto centenario de su estreno en Mantua, el mundo de la ópera festeja por todo lo alto el nacimiento del género. Es el título más antiguo de los que se mantienen en repertorio, aunque haya alguno anterior relegado al olvido por los valores selectivos del paso del tiempo. El Festival Música Antigua Aranjuez se ha sumado, en su 14ª edición, a las celebraciones, situando este título en el corazón de su programación y estrenando para la ocasión un nuevo espacio al aire libre dentro del Palacio Real. El "bautizo" teatral del lugar ha convocado a infinidad de pájaros que han dado su concierto paralelo, tal vez sorprendidos por la invasión de otras músicas en su territorio. Ello -y los mosquitos- han podido influir en la concentración del público asistente al espectáculo durante la primera parte. Conforme iba anocheciendo la atmósfera se hacía más favorable al intimismo e intensidad de la obra, y hasta los pájaros se fueron calmando y los artistas se metieron más en harina.
L'Orfeo
De Claudio Monteverdi. New London Consort. Director musical: Philip Pickett. Director de escena: Jonathan Miller. Coreografía: Sue Lefton. Con Mark Tucker, Julia Gooding, Joanne Lunn y Revital Ravin, entre otros. Música Antigua Aranjuez. Patio de Caballos del Palacio Real, 19 de mayo.
Philip Pickett es ya un "clásico" en la interpretación monteverdiana. Su lectura fue de una corrección modélica, aunque sus criterios estilísticos y dramatúrgicos quizá están envejeciendo ante el empuje de las nuevas tendencias procedentes, sobre todo, del área italiana. Muy british, se comentaba, queriendo subrayar una percepción cercana a lo un poco light, y a ello contribuía además la coreografía. El tenor Mark Tucker impuso los acentos más dramáticos teatralmente, sobreponiéndose a la autocomplacencia y amabilidad dominantes. El conjunto instrumental gozó de una notable homogeneidad en su interpretación y se benefició de la cercanía física. En lo vocal, se echó de menos un puntito más de chispa, de la pasión que una ópera como ésta necesita para sobrecoger. No hubo sobretítulos, lo cual es también un handicap, pues el texto de Alessandro Striggio ayuda a comprender la sustancia del "recitar cantando", tan fundamental en el arte poético, musical y dramático de Monteverdi.
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