Un sistema de elección cuestionado
El Banco Mundial fue creado tras la II Guerra Mundial para ayudar a la reconstrucción de Europa. Su misión es reducir la pobreza para fomentar el desarrollo. Por una regla no escrita, Estados Unidos es el que propone a su presidente, al ser su mayor contribuyente. Europa, sin embargo, dirige la institución hermana, el Fondo Monetario Internacional (FMI), ahora en manos del español Rodrigo Rato.
La Casa Blanca debe proponer ahora a un candidato capaz de recuperar la confianza del resto de los accionistas y de los empleados. Pero esta crisis puede ser la primera piedra para acabar con un reparto de cargos puesto en cuestión por los países emergentes, y que se considera poco democrático.
Entre los primeros nombres que han empezado a rondar por Washington para sustituir a Paul Wolfowitz, se ha citado a Robert Zoellick, antiguo representante de Comercio de Estados Unidos, junto a Peter McPherson, ejecutivo del banco de inversión Goldman Sachs y ex vicesecretario del Tesoro. Los dos estaban en la lista de candidatos planteados hace dos años para suceder a James Wolfensohn. También suena el nombre de Colin Powell, ex secretario de Estado.
Los nombres llegan incluso desde fuera de EE UU. Entre ellos se habla del ex presidente mexicano Ernesto Cedillo, el gobernador del Banco de Israel, Stanley Fischer, que trabajó para el FMI entre 1994 y 2001, y el ministro afgano de Finanzas, Ashraf Ghani, que ya se postuló para la secretaría general de la ONU. Y también se menciona a Marck Malloch Brown, antiguo jefe de gabinete de Kofi Annan.
La crisis coincide, además, con la campaña que cada tres años lanza el Banco Mundial para recaudar fondos entre los países donantes, necesarios para financiar los programas de desarrollo. Las naciones europeas, que aportan la mitad de la ayuda que maneja el organismo, temían que la controversia acabara minando su trabajo en la lucha contra la pobreza.
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