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Entrevista:JAVIER BALLESTER | Comercial | El 'caso Maeso'

"Ahora sé por qué el doctor Maeso fue tan amable conmigo"

La primera impresión que se llevó Javier Ballester, de 57 años, de Juan Maeso fue estupenda. En 1998 se sometió a una sencilla operación para extirparse un lipoma (un absceso de grasa) en la espalda en la Casa de Salud de Valencia. A la hora y media ya estaba en casa, pero comenzó a encontrarse mal. Sufrió varios desmayos y desde la clínica enviaron una ambulancia para recogerle. Al entrar se quedó sorprendido. "En vez del cirujano, me recibió Maeso", recuerda. "Estuvo muy atento. Se le veía preocupado y se disculpó personalmente. Me comentó que me habían enviado a casa demasiado pronto. El día que estuve ingresado se pasó dos veces por la habitación a ver cómo me encontraba". El anestesista incluso le dio su teléfono particular para que le llamara al mínimo problema. "Ahora ya entiendo por qué se mostró tan amable", apunta.

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Javier se enteró de la infección masiva de hepatitis C por la prensa. Inmediatamente llamó al cirujano que le operó y le preguntó por el nombre del anestesista. "Me dijo que era Maeso", rememora. A partir de entonces, la vida de este representante de empresas de muebles dio un cambio radical. El primer tratamiento al que se sometió para combatir la enfermedad fue el mismo año 1998. Era un combinado antiviral experimental: tres inyecciones semanales de interferón que él mismo se administraba combinadas con ribavirina en pastillas.

Por entonces era un agente comercial de empresas de muebles con una cartera repleta de clientes en Asia, su zona de negocio. "El interferón tenía que mantenerse en frío, así que cuando viajaba tenía que llevar neveras portátiles, un problema en los aviones y los hoteles, siempre dando explicaciones". Es una medicación muy fuerte que provoca dolores articulares, de cabeza y depresión. "Imagínate, soy comercial y tengo que llevar la sonrisa puesta".

Ha logrado mantener el virus controlado. Pero estuvo en tratamiento con psicólogos y empezó a viajar menos. Y las empresas con las que trabajaba se buscaron otros representantes. "Tuve un parón total. Y ya estoy mayor para recuperar camino".

Ahora sólo espera que Maeso ingrese en la cárcel. "Se merece un escarmiento, aunque dudo que acabe entrando".

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