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Lula subraya ante Benedicto XVI que desea fortalecer un Estado laico en Brasil

Las medidas de seguridad son muy superiores a las de la reciente visita del presidente Bush

Jorge Marirrodriga

Desde el primer momento, la visita de Benedicto XVI a Brasil se está caracterizando por la ausencia de retórica de los protagonistas de la estancia de Joseph Ratzinger en Suramérica. Ayer, en su primer cara a cara en privado, el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, señaló al pontífice que su objetivo es "fortalecer un Estado laico y que la religión sea un instrumento para temas espirituales y sociales". Aunque la polémica sobre la legalización del aborto no se trató en la reunión, Lula trazó claramente una línea de separación entre Iglesia y Estado.

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Lula recibió ayer al Papa en el palacio paulista de Bandeirantes en un clima de gran cordialidad. La misma que le han manifestado miles de personas que pernoctaron a pesar del frío frente al monasterio de São Bento -en el centro de la ciudad, donde Benedicto XVI pasó la noche-, con el único objetivo de dar los buenos días al Pontífice, quien rompió en varias ocasiones el protocolo para acercarse a saludar a los presentes en la zona.

La reunión tenía carácter privado y los pocos minutos previstos en el programa se transformaron en media hora larga, en la que el presidente brasileño, con un estilo del que ha hecho escuela, dio una de cal y otra de arena a su interlocutor. Así tras recalcar que Brasil es un Estado laico y que tiene intención de fortalecerlo -según confirmó la embajadora brasileña ante el Vaticano, Vera Machado- el mandatario subrayó su compromiso personal con el fomento de la familia. "Parece que hay una gran sintonía. Lula siempre ha sido un gran partidario de las políticas familiares por tanto de la importancia que deben tener en las políticas sociales", destacó más tarde el jesuita Federico Lombardi, jefe de la sala de prensa vaticana. "Siempre se presenta en público junto a su mujer y creo que esto es un signo", añadió.

Anoche estaba previsto que Benedicto XVI se encontrase con más de 350.000 jóvenes -35.000 dentro del estadio paulista de Pacaembú y el resto rodeando el lugar-. En ese multitudinario acto, el Pontífice se disponía a leer un discurso en el que, en la línea de su antecesor Juan Pablo II, pide a los jóvenes que vivan "sin miedo" en una sociedad amenazada por la violencia, las drogas y la desesperanza. "No dejéis pasar la vida, no la desperdiciéis. Vivid con entusiasmo, alegría y, sobre todo, con sentido de la responsabilidad", señala el texto. "Hay un enorme déficit de esperanza", destaca el discurso. "Miedo de morir, miedo de fracasar y miedo de quedar desconectado de la desconcertante velocidad de los acontecimientos y las comunicaciones".

El Papa resalta además que las drogas y la violencia sacuden a la juventud actual. "Por eso se habla de la juventud perdida", añade el discurso. El Papa se refiere también "a la devastación de la Amazonia y a las amenazas contra la dignidad humana de sus habitantes", que requieren "un mayor compromiso de acción que la sociedad solicita".

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Decenas de miles de personas han llegado a la ciudad más grande del hemisferio sur. Muchos desde otros países, especialmente suramericanos, portando sus banderas nacionales. Las medidas de seguridad son especialmente importantes en el centro de la capital económica de Brasil. El Ministerio brasileño del Interior ha reconocido que se trata del mayor despliegue policial y militar con motivo de una visita, muy por encima de la reciente estancia del presidente de Estados Unidos, George W. Bush. Hoy el Papa oficiará una misa al norte de la ciudad para la que se espera una asistencia superior al millón de personas.

Lula conversa con el Papa en un acto celebrado ayer en São Paulo.
Lula conversa con el Papa en un acto celebrado ayer en São Paulo.AP

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Sobre la firma

Jorge Marirrodriga
Doctor en Comunicación por la Universidad San Pablo CEU y licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra. Tras ejercer en Italia y Bélgica en 1996 se incorporó a EL PAÍS. Ha sido enviado especial a Kosovo, Gaza, Irak y Afganistán. Entre 2004 y 2008 fue corresponsal en Buenos Aires. Desde 2014 es editorialista especializado internacional.

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