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Un niño queda ciego de un ojo por un tumor que no se diagnosticó en tres años

La Consejería de Sanidad de Madrid deberá indemnizar al menor con 150.000 euros

Oriol Güell

Un niño de 14 años vive con una pérdida de visión del 90% en el ojo derecho a causa de un tumor que le dañó la retina. La lesión se agravó entre abril de 1999 y febrero de 2002, periodo en el cual la madre le llevó ocho veces a su ambulatorio y al hospital 12 de Octubre de Madrid sin que le diagnosticaran el origen de los dolores de cabeza y la pérdida de visión que sufría. Al final, fue un centro de investigación de pago de la Universidad Complutense de Madrid el que descubrió el tumor. El niño deberá ser indemnizado con 150.000 euros por la Consejería de Sanidad.

"Los problemas empezaron cuando mi hijo tenía seis años. El pobre siempre se quejaba de dolores de cabeza y, en una revisión, le encontraron una pérdida del 20% en el ojo derecho", recuerda la madre.

Era 1999 y ella y su hijo empezaban una odisea que duró tres años a la búsqueda infructuosa de un diagnóstico, según resume la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Madrid. El fallo da la razón a la familia, que ha contado con el apoyo jurídico de la Asociación El Defensor del Paciente.

El niño recibió el primer diagnóstico erróneo los días 15 y el 27 de abril de 1999, cuando fue atendido en un centro de especialidades donde consideraron que sufría astigmatismo. "El 11 de agosto de 1999", recoge la sentencia, madre e hijo "acuden nuevamente a consulta, siendo citados otra vez para el 9 de septiembre y, no observando nada anormal, para pasados de 9 a 12 meses".

"Permaneciendo las dificultades de visión y con constantes dolores de cabeza, el 13 de diciembre de 1999, acuden nuevamente a consulta, sin considerarse necesaria corrección alguna, siendo revisado posteriormente en fechas 13 y 24 de enero de 2000, prescribiéndose la utilización de gafas correctoras", continúa la sentencia.

Durante los dos siguientes años, explica la madre, los problemas continuaron, aunque se recrudecieron a principios de 2002. El 13 de febrero, consideran probado los jueces, "el menor acude al hospital 12 de Octubre para ser examinado, diagnosticándose ojo vago irreversible con recomendación de tapar el ojo izquierdo".

"Era desesperante", recuerda la madre. "Mi hijo cada vez veía menos y nadie sabía lo que tenía. Que si astigmatismo, que si ojo vago... Al final, harta, fui a una universidad que un conocido me recomendó".

La mujer llevó a su hijo al Instituto de de Investigaciones Oftalmológicas Ramón Castroviejo, de pago y dependiente de la Universidad Complutense de Madrid. "Allí finalmente", concluye la sentencia, "se detecta masa tumoral en ojo derecho, siendo remitido con urgencia al hospital de La Paz, donde se diagnostica angioma".

Un angioma es un tumor benigno causado por una acumulación de las células que forman las venas y arterias. Si crece en lugares como la retina, daña la visión. "En La Paz operaron a mi hijo enseguida, pero nos avisaron de que se había tardado demasiado en hacer el diagnóstico y que ya era imposible reparar el daño". Pese a que la intervención fue bien, la pérdida de visión alcanzó el "90% de agudeza visual de lejos y cerca", así como "pérdida de la visión de los colores y binocular, es decir pérdida de la visión estereoscópica y del cálculo de las distancias", recoge el fallo.

Pese a estas secuelas, la madre explica que el niño "lleva una vida totalmente normal". "Va bien en clase, hace deporte, tiene sus amigos y se ha acostumbrado a medirlo todo con sólo un ojo".

Tras la denuncia interpuesta por la familia, los abogados de la Comunidad de Madrid defendieron que el menor había sido sometido a "una prueba de fondo de ojo sin detectarse la existencia del angioma", por lo que no había indicios que "permitieran adoptar más medidas diagnósticas".

El juez, sin embargo, sostiene que al "mantenerse la deficiente agudeza visual en el ojo" los oftalmólogos que le atendieron debían haber "practicado otras pruebas (angiografía, TAC, resonancia magnética o retinografía) que hubieran permitido detectar la presencia del tumor". El juez considera que el menor recibió por ello "una deficiente asistencia sanitaria" por cuyas secuelas debe ser indemnizado con 150.000 euros.

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Sobre la firma

Oriol Güell
Redactor de temas sanitarios, área a la que ha dedicado la mitad de los más de 20 años que lleva en EL PAÍS. También ha formado parte del equipo de investigación del diario y escribió con Luís Montes el libro ‘El caso Leganés’. Es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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