Los pájaros dejarán de migrar en dos siglos

Los cambios migratorios afectan a otras especies centroeuropeas que cruzan el Estrecho de Gibraltar en su viaje a África. Saulius Svazas, del Instituto de Ecología de Vilnius (Lituania) ha detectado que el número de aves acuáticas que pasan el invierno en los humedales de los estados bálticos se ha incrementado de 17 especies en los años treinta a 42 en los años noventa.

En el caso del ánade real (Anas platyrynchos), en 20 años ha movido sus cuarteles de invierno 400 kilómetros hacia el norte, mientras que el cisne (Cygnus olor) se ha desplazado 450 kilómetros al este. Hasta los años setenta estas especies eran totalmente migratorias, mientras que en la actualidad ambas se han convertido en residentes o "parcialmente migratorias".

"Es previsible que este fenómeno ocurra con otras muchas especies. Con el cambio climático está en riesgo el fenómeno de la migración animal, que puede haber desaparecido en 150 o 200 años. Esto supone un riesgo enorme para la biodiversidad, ya que los pájaros dejarán de servir de vehículo para la dispersión de semillas y microorganismos", alerta Miguel Ferrer. El ex director de la Estación Biológica de Doñana aboga por un cambio en la política de conservación de la biodiversidad. "Hay que pasar de las áreas espaciales estáticas, como los parques naturales actuales, a un concepto que proteja los movimientos de las especies".

Las aves se suman así a los demás sistemas biológicos que, según se ha podido comprobar por el momento, han acusado ya los efectos del calentamiento global derivado de las emisiones humanas de dióxido de carbono. Uno de los primeros efectos ha sido la floración, que en Europa se ha adelantado en un promedio de siete días. En España, donde la flor del almendro ya no brota en marzo, sino a mediados de febrero, el adelanto de la primavera sumado al retraso del otoño está dando como resultado tres semanas más de calor cada año. Y las moscas (Drosophila subobscura) analizadas en cualquier lugar de tres continentes tienen ahora la estructura genética que, hace sólo 30 años, mostraban un grado de latitud más cerca del ecuador.