La ampliación de la incineradora de Vizcaya requerirá una inversión de 132 millones
La Diputación niega que la segunda línea se instale para acoger basuras de Guipúzcoa
La ampliación de la incineradora de Zabalgarbi tendrá una coste de 132 millones de euros, según los cálculos de la Diputación de Vizcaya, que aseguró ayer que la planta recupera cerca del 75% de los residuos tratados. El diputado foral de Medio Ambiente, Iosu Madariaga, descartó que la creación de la segunda línea sea para acoger basuras de otros territorios, como Guipúzcoa. "Ha habido contactos informales [con la diputación guipuzcoana] pero ahora no hay nada". Madariaga destacó que las emisiones de Zabalgarbi están "muy por debajo" de los límites legales.
El titular de Medio Ambiente compareció ante las Juntas Generales para ofrecer un balance de la incineradora, que lleva más de dos años funcionando. Pese a ser uno de los pilares del plan de residuos y de su elevada inversión (154 millones), no ha sido inaugurada y los ecologistas han denunciado su gestión oscurantista. Madariaga ofreció datos a petición de Ezker Batua, aunque no hizo referencia a las cuentas económicas de la empresa Zabalgarbi, que tiene un 43% de capital público (un 20% de la Diputación). En 2004, el presidente de la empresa, José Ignacio Unda, señaló que esperaban facturar entre 42 y 48 millones de euros al año y lograr una rentabilidad del 8%.
El diputado foral reveló que en 2006 se trataron en la planta 220.000 toneladas de más de 100 municipios vizcaínos, que pagaron un canon de 60 euros por tonelada. Eso supondría 13,2 millones de euros, a lo que se sumarían los ingresos por la venta de la electricidad generada, que fue de 320 millones de kilowatios por hora. Agregó que Zabalgarbi recupera el 75% de los residuos mediante la incineración y el reciclaje de chatarras, pero dijo que se alcanzará el 95,5% cuando se incorporare la reutilización de las escorias. Entonces sólo quedarán las cenizas (un 4,5%) como residuo no aprovechable, que es trasladado por un gestor autorizado.
Madariaga volvió a confirmar la instalación de una segunda línea de incineración, que estaría disponible en 2011 ó 2012, y que puede tratar entre 100.000 y 200.000 toneladas adicionales. Como señaló hace tres semanas, dijo que se hará aunque Bilbao, que ha renunciado a la incineración, no se sume a este tratamiento. Descartó que la segunda línea pretenda acoger basuras de Guipúzcoa u otras provincias limítrofes. "Es para las necesidades de aquí".
La planta cambia la turbina
En la comisión de ayer en las Juntas se aludió a los problemas que ha sufrido Zabalgarbi, debido fundamentalmente a los defectos de la turbina de vapor, la pieza clave de todo el sistema, junto a la turbina de gas. Estas averías han hecho que el pasado año haya permanecido inactiva durante más de dos meses la segunda función de la incineradora: la generación de electricidad. La consecuencia fue que se produjo la mitad de la energía prevista, según ha reconocido la Diputación.
Iosu Madariaga minimizó ayer estos fallos, que, recalcó, afectaron "al rendimiento energético y no a la incineración", y aseguró que únicamente hubo un mes de "parada técnica". La planta dispone desde este año de una nueva turbina de vapor -la anterior ya fue desmontada y hace unas semanas estaba en el exterior de las instalaciones de Zabalgarbi, como refleja la imagen-. Según el diputado, el cambio no va a suponer ningún coste adicional para la empresa. "[La nueva] está ya instalada, en funcionamiento y a pleno rendimiento".
El responsable vizcaíno de Medio Ambiente explicó que las emisiones de la planta son controladas directamente por el Gobierno vasco y todos los parámetros "se encuentran muy por debajo de los límites establecidos". La media de emisiones en 2006 de óxidos de nitrógeno fue de 168 miligramos por metro cubico, cuando el límite es de 200, y las partículas alcanzaron niveles de 3,65, frente al umbral fijado en 10. Madariaga agregó que existe una torre meteorológica en el entorno de la planta y se miden metales pesados, dioxinas y furanos en aguas, suelo, vegetación y aire.
La presencia de biomasa en los residuos urbanos, expuso, ha permitido a Zabalgarbi reducir las emisiones de CO2 por kilowatio generado en unas 225.000 toneladas al año "y disminuir el impacto ambiental".
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