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El conflicto de Irak

El Congreso de EE UU fuerza a Bush a negociar sobre el fin de la guerra

El Senado respalda la retirada completa de las tropas antes del 31 de marzo de 2008

Antonio Caño

El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, se ve abocado a negociar con los demócratas una nueva estrategia para la guerra de Irak que señale, de alguna forma, una fecha para la retirada. El Senado se disponía ayer a aprobar, como antes había hecho la Cámara de Representantes, una ley que establece un límite para la permanencia de las tropas. Bush ha prometido vetar esa ley. El resultado es un estancamiento político en Washington del que es urgente salir para poder enviar dinero -más de 100.000 millones de dólares- y órdenes a los soldados en el frente de combate.

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Los demócratas parecían ayer contar con los votos necesarios -entre ellos dos republicanos- para dar luz verde a una ley por la que se aprueban los 103.000 millones de dólares (77.290 millones de euros) que la Casa Blanca ha requerido como contribución extraordinaria para las guerras de Irak y Afganistán, con el añadido de que las tropas comiencen a regresar a casa en el plazo de 120 días desde su entrada en vigor y concluyan la retirada antes del 31 de marzo del año próximo.

"De esta forma, queremos dejarle claro al presidente hasta qué punto vamos a ser serios en la defensa de nuestros objetivos en la conducción de la guerra", declaró el jefe de mayoría demócrata, el senador Harry Reid.

Mientras los senadores discutían todavía el contenido de la legislación, George W. Bush advertía de que "el anuncio de una retirada sería desastroso para los intereses de Estados Unidos", y anunciaba que si llegaban a su despacho cualquiera de las leyes aprobadas por las dos Cámaras, las vetaría sin dudar.

Las leyes de la Cámara y del Senado tienen algunas diferencias significativas. La primera, aprobada la semana pasada, señala una fecha más tardía para la salida de las tropas -el 31 de agosto de 2008-, pero exige su cumplimiento como condición para la aprobación de los fondos para la guerra. La versión del Senado marca el día de la retirada como un objetivo estratégico pero no como una condición para la financiación de las tropas. Ambas Cámaras tienen ahora que ponerse de acuerdo en un único texto y enviárselo después al presidente.

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Sin dinero para el frente

El dinero para la guerra se agota, según el Pentágono, el próximo 15 de abril, y ésa debería ser por tanto la fecha límite para que el Congreso y la Casa Blanca consigan un acuerdo que ponga fin a este complejo procedimiento legislativo y que permita aprobar el dinero que los soldados necesitan.

Por debajo de la complejidad del proceso subyace un durísimo duelo político en el que está en juego, para Bush, la última oportunidad de salvar su presidencia, y para los demócratas, consolidar o destruir sus posibilidades de recuperar la Casa Blanca.

Bush acusó ayer a los demócratas de estar ejerciendo "la peor forma de intromisión en la estrategia de la guerra". Dijo que el Congreso está aprobando leyes "para que un grupo de políticos en Washington les marquen las fechas de actuación a los oficiales que actúan sobre el terreno en Irak". Afirmó que "una joven democracia como Irak merece el pleno apoyo de nuestro Congreso", y exhortó a los senadores y representantes a que aprueben los fondos cuanto antes, porque "el reloj corre en contra de nuestras fuerzas en el campo de batalla".

El presidente cree, además, que la nueva estrategia puesta en marcha con el refuerzo de más de 20.000 soldados está funcionando y merece que se le dé una oportunidad. Cuenta en su apoyo con gente de prestigio, como el senador republicano y candidato presidencial John McCain. "La guerra no se ha gestionado bien hasta ahora, eso es cierto", dijo ayer McCain, "pero hay síntomas de mejora. Estoy convencido de que, aprovechando este momento, podemos triunfar. Sería catastrófico cometer un error ahora, porque si volvemos a casa, Bin Laden nos seguirá hasta aquí".

Con toda su carga demagógica, se trata de argumentos que pueden ser sensibles para una opinión pública estadounidense contraria ya a una guerra que ha costado más de 3.200 norteamericanos muertos y más de 300.000 millones de dólares -la cantidad se aproximará al medio billón de dólares cuando se apruebe el presupuesto ahora en discusión-, pero también temerosa de que una derrota envalentone a los terroristas.

La presidenta de la Cámara de Representantes, la demócrata Nancy Pelosi, pidió ayer al presidente respeto a la labor del Congreso y le invitó a que "se tranquilice y deje de amenazar". Los demócratas han ganado el respaldo del influyente senador republicano Chuck Hagel, que ayer comparó el desarrollo de la guerra en Irak con Vietnam. Y si ahora no tienen más apoyos, habrá que esperar a ver qué pasa si las cosas no mejoran en Irak cuando las elecciones de 2008 se aproximen. Es sólo cuestión de tiempo.

El presidente George W. Bush, tras una intervención pública ayer en Washington.
El presidente George W. Bush, tras una intervención pública ayer en Washington.ASSOCIATED PRESS

Medio billón de dólares

El coste de la guerra de Irak desde el comienzo del conflicto oscila entre 410.000 y 450.000 millones de dólares (entre 300.000 y 340.000 millones de euros), según informes del Congreso estadounidense y más, casi medio billón de dólares, según algunas organizaciones civiles. En cualquier caso, la guerra, en estos cuatro años, ha costado en torno a un tercio de la riqueza que genera España en un año.

A mediados de enero pasado, el Nobel Joseph Stiglitz y la profesora invitada de Harvard Linda Bilmes presentaron en Boston un estudio que elevaba el coste total del conflicto a dos billones de dólares, teniendo en cuenta el dinero que solicita Bush para continuar la guerra y, a medio y largo plazo, los gastos para recomponer las Fuerzas Armadas, los cuidados y pensiones de los veteranos, y las demás facturas que vayan surgiendo.

Stiglitz y Bilmes han hecho estos cálculos teniendo en cuenta que las operaciones en el terreno del Ejército de EE UU se irán reduciendo hasta acabar prácticamente en un plazo de tres años.

El congresista demócrata Martin Meehan, tras conocer el análisis de Stiglitz, declaró al The Boston Globe que EE UU aún no ha comenzado a pagar las facturas más abultadas de la guerra. "Si la guerra terminara hoy, aún tendríamos que pagar miles de millones en el futuro", dijo Meehan.

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