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Kirchner arrebata a los militares el control de vuelos en Argentina

Las denuncias de inseguridad de los pilotos impulsan la decisión presidencial

Jorge Marirrodriga

Cuando hace dos semanas un rayo dañó un radar del aeropuerto bonaerense de Ezeiza, pocos podían imaginar que la avería desembocaría en la decisión del presidente argentino, Néstor Kirchner, de despojar a la Fuerza Aérea del control del tráfico aéreo comercial y ponerlo en manos de los civiles. Denuncias de inseguridad en los dos aeropuertos de Buenos Aires y algunas huelgas precedieron a la medida.

Desde que el peronista Kirchner asumiera la presidencia en 2003 ha dado una serie de pasos dirigidos a poner bajo responsabilidad civil numerosas áreas que, como herencia de la dictadura, todavía estaban en manos los militares. Y siempre lo ha hecho aprovechando la inquietud creada por algunos escándalos. El descubrimiento de una red de narcotráfico en Ezeiza en 2005 sirvió al mandatario para quitar a los militares el control de los aeropuertos. Tras un escándalo de espionaje a civiles en 2006, puso los servicios secretos militares a las órdenes del Ministerio de Defensa.

Aunque la medida adoptada había sido prevista, ha sido la crisis de seguridad generada por la falta de radares la que ha precipitado el movimiento. El presidente argentino ha dispuesto la creación de una Autoridad Nacional de la Aviación Civil bajo la tutela del Ministerio de Planificación Federal.

En un país con una extensión de más de 3,7 millones de kilómetros cuadrados (unas siete veces y media España), pobres infraestructuras en carreteras y una red de ferrocarril prácticamente desmantelada desde las privatizaciones de los años noventa bajo la presidencia del también peronista Carlos Menem, las comunicaciones aéreas resultan fundamentales. Por ello prendieron como la pólvora las denuncias de los pilotos que señalaban que los radares estaban dando lecturas erróneas y que se estaban utilizando métodos de aproximación propios de los años cincuenta.

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Sobre la firma

Jorge Marirrodriga
Doctor en Comunicación por la Universidad San Pablo CEU y licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra. Tras ejercer en Italia y Bélgica en 1996 se incorporó a EL PAÍS. Ha sido enviado especial a Kosovo, Gaza, Irak y Afganistán. Entre 2004 y 2008 fue corresponsal en Buenos Aires. Desde 2014 es editorialista especializado internacional.

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