Branson y Murdoch se enfrentan por el futuro
La pugna entre los dos magnates deriva en una batalla por el control del hogar multimedia
Combate cuerpo a cuerpo en el Reino Unido. Richard Branson contra Rupert Murdoch. O mejor dicho, lucha de David contra Goliat. El hombre-empresa exhibicionista contra la cabeza visible del negocio de la información. El Reino Unido vive una batalla abierta entre estos dos hombres por el control de la televisión de pago. "Pero ésta no es sólo una batalla por unas series, es una lucha por el hogar multimedia del futuro", asegura en conversación telefónica Steven Jukes, director de la Media School de la Universidad de Bournemouth. Una guerra por ese hogar en el que convergen televisión, Internet y telefonía. Branson, recién aterrizado en el corral de los medios, recibió la semana pasada un picotazo de esos que escuecen.
"Branson tiene olfato para atrapar a las generaciones jóvenes", dice un analista
En este mundo, ya no es el grande el que gana al pequeño, es el rápido el que gana al lento
Más de 3,3 millones de abonados a Virgin Media, la última aventura del nunca timorato Branson, se quedan de la noche a la mañana sin su serie favorita, Perdidos. Y sin Los Simpson. Y sin los informativos de Sky News. Eso fue básicamente lo que pasó. La batalla entre los dos magnates salpicaba así a los espectadores británicos.
La plataforma de Murdoch, BSkyB, exigió a Virgin Media que pagara el doble por recibir los contenidos que le vende. Branson dijo no. Y a partir de ahí, se montó el pollo.
Murdoch cuenta con la potente televisión de pago BSkyB, que dirige con pulso firme su hijo James: tiene 8,4 millones de abonados. El pasado 8 de febrero se presentaba en sociedad un fiero competidor, Virgin Media. Un proyecto surgido de la fusión de Virgin Mobile, empresa de telefonía móvil, con la plataforma de televisión por cable NTL. Una plataforma con 3,3 millones de abonados que ofrece en un mismo paquete televisión de última generación, conexión a Internet de banda ancha, telefonía fija y móvil. Duelo servido.
"Aunque BSkyB tiene una posición dominante", argumenta Steven Jukes, "no se puede subestimar a Branson: tiene un olfato empresarial que atrapa a las generaciones más jóvenes".
No es la primera vez que el multimillonario británico se lanza con todo el equipo a pisarle los juanetes a un gigante. Ya lo hizo cuando, desde su próspero negocio discográfico, Virgin Records, se lanzó a la aventura de hacerle la competencia a la todopoderosa British Airways con la compañía aérea Virgin Atlantic. Desde entonces, su imperio no ha hecho más que crecer: móviles, refrescos de cola, transporte ferroviario, vinos, viajes espaciales... Y ahora, la televisión. "A Branson le gustaría ser como Murdoch pero no lo es", afirma Tom Bower, autor de una polémica biografía sobre el multimillonario británico. "No tiene poder político, pero siempre ha querido ser un magnate de los medios. Ama el poder, el éxito y el dinero y, si consigue entrar en el sector de los medios de comunicación, eso le permite promocionar sus marcas: le resultaba muy frustrante tener que hacerlo a través de otros".
Bower destaca la cara oscura de Branson, en las antípodas de la imagen de hombre carismático y encantador que se tiene del multimillonario británico. Richard Branson, de 56 años, es un ídolo en el Reino Unido, el empresario del pueblo. Hijo de un ex oficial de caballería, montó una revista y un sello discográfico en un sótano de mala muerte del barrio londinense de Bayswater con apenas 18 años y ha extendido su imperio a los campos más insospechados. Ambicioso y valiente, es tan exhibicionista como para afeitarse su sempiterna barba y travestirse para el lanzamiento de su línea de trajes de novia o para descolgarse del cielo subido a una plataforma, como hizo el martes pasado en Canadá, para promocionar su marca de telefonía móvil.
La osadía de Branson le ha llevado a enfrentarse a Rupert Murdoch, magnate australiano de 76 años (nacionalizado norteamericano) que controla más de 800 empresas en el campo de la comunicación y el entretenimiento a lo largo del mundo. Propietario de más de 20 periódicos en Asia; de diarios como The Sun y The Times en el Reino Unido, o de New York Post en Estados Unidos, los estudios de cine 20th Century Fox, las cadenas de televisión Fox... Por algo lo bautizó Thomas Kiernan, su biógrafo norteamericano, como Citizen Murdoch, en alusión al magnate interpretado por Orson Welles en la célebre Ciudadano Kane. Un hombre muy antielitista en lo público (por el tipo de periódicos que edita), pero muy elitista en lo privado, según le retrata el biógrafo Kiernan. Un auténtico capataz en la oficina, abrupto y malhumorado, que sin embargo mantiene rígidos modos y valores en su vida privada. Y tal y como señala en Hidden Agenda otro de sus más críticos biógrafos, John Pilger, un pionero y propagador de la conversión de la prensa concebida como servicio público en prensa espectáculo, los periódicos como máquinas de hacer dinero.
El mundo está cambiando tan rápido que ya no es el grande el que gana al pequeño; es el rápido el que gana al lento. Este postulado, que forma parte del ideario de Rupert Murdoch, bien podría sintetizar los deseos de su rival en esta batalla, Richard Branson, a priori el David de esta película frente a un Murdoch-Goliat.
"Bueno", matiza Robert Fraser, portavoz de la plataforma de Murdoch, BSkyB, "Virgin Media es una compañía que con frecuencia trata de presentarse como luchadora contra un competidor más fuerte. Se han presentado como víctimas de este conflicto, cuando en realidad lo que ocurre es que han evitado pagar un precio razonable por un paquete de contenidos mucho mayor y de mejor calidad que lo que obtenían antes".
"Está claro", concluye Tom Bower, el crítico biógrafo de Branson, "la batalla va a ser dura".
El hijo de Murdoch
El auténtico brazo ejecutor del pulso con Virgin Media es James Murdoch, de 34 años, que dirige la plataforma BSkyB. Llegó a su puesto hace tres años, con el handicap de un accionariado un tanto reticente por su condición de hijo de, cuentan fuentes de Newscorp, el buque de Rupert Murdoch. Descrito como un hombre de empresa "extremadamente decidido", parece que al vástago los números le acompañan. Y esta última jugada podría significar un trasvase de abonados entre ambas plataformas: BSkyB emite la serie Perdidos, Los Simpson y todos los contenidos que ya no ofrece Branson.
Paralelamente se desarrolla otra batalla legal. Branson ha solicitado una investigación por parte del órgano de regulación de los medios, Ofcom, sobre ITV, la cadena de televisión en la que intentó entrar el año pasado y de la que Murdoch finalmente compró un 17,9% de las acciones.
Branson siempre ha tenido sintonía con los laboristas. Y Murdoch ha dominado el panorama audiovisual bajo la Administración de Blair. ¿Pero qué ocurrirá cuando cambie el titular de Downing Street?
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