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Doble gira en América Latina

Bush alienta la lucha antiterrorista en Colombia

El presidente estadounidense respalda a su principal aliado suramericano como contrapunto a Chávez

Antonio Caño

En un terreno mucho más favorable para sus condiciones políticas, el presidente estadounidense, George W. Bush, se situó ayer hombro con hombro con otro campeón de la lucha antiterrorista, el presidente colombiano, Álvaro Uribe, al que prometió el máximo esfuerzo para conseguir más dinero para combatir al narcotráfico y la guerrilla -que ya son lo mismo- y mejores condiciones para el acceso de los productos colombianos al mercado de Estados Unidos. Bush respalda sin fisuras la política de Uribe, y esta visita a Bogotá -la primera a la capital colombiana, por razones de seguridad, de un mandatario estadounidense desde Ronald Reagan en 1982- es la demostración más palpable.

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Aunque la estancia de Bush fue sólo de seis horas y se llevó a cabo en medio de una verdadera burbuja de seguridad protegida por más de 20.000 soldados y 7.000 policías, el hecho mismo de desafiar la amenaza cierta de una acción guerrillera representa toda una demostración de respaldo por parte de Bush a Uribe.

Pero no es sólo eso. Bush ha expresado a su colega colombiano su apoyo para la próxima aprobación en el Congreso de otros 3.900 millones de dólares (2.975 millones de euros) en los próximos siete años para lo que se conoce como el Plan Colombia II, básicamente orientado a respaldar a las fuerzas de seguridad colombianas en su lucha contra la guerrilla, el narcotráfico y la creciente conexión entre ambos fenómenos.

En lo que va de esta década, Estados Unidos ha dedicado ya 4.000 millones de dólares a esa estrategia, el Plan Colombia I, que fue negociado bajo la presidencia de Bill Clinton y que en un principio fue promocionado y defendido por el Partido Demócrata norteamericano. Eso representa unos 700 millones de dólares de ayuda anual, casi la mitad del total que Estados Unidos destina al conjunto de América Latina.

El apoyo a la continuación de esa ayuda por parte de los demócratas, que actualmente controlan el Congreso estadounidense, no ha desaparecido pero sí se ha atenuado en los últimos años, particularmente a raíz del descubrimiento en Colombia del escándalo conocido como la parapolítica, que obligó a dimitir a la anterior ministra de Exteriores colombiana y a otros políticos a los que se investiga por su conexión con los grupos paramilitares, la guerrilla de extrema derecha.

El apoyo de Bush no se ha visto, sin embargo, condicionado por ese escándalo. Lo agradeció públicamente Álvaro Uribe en vísperas de su entrevista de ayer: "Voy a ver a un presidente que es nuestro amigo, que ha tomado la decisión de apoyar a Colombia en la lucha contra el terrorismo y el narcotráfico".

Para el presidente Bush, esto es lo que más se parece a su guerra contra el terrorismo en Oriente Próximo. De hecho, este país es el mayor destinatario de ayuda militar fuera de aquella convulsionada región y el único lejos de Oriente Próximo en el que fuerzas militares norteamericanas toman parte activa de acciones de combate. Esta misma semana, militares norteamericanos y colombianos actuaron conjuntamente contra una unidad guerrillera aparentemente vinculada al secuestro de dos empresarios estadounidenses.

Ayuda militar es, por tanto, la mayor y más urgente necesidad de un país que ha normalizado extraordinariamente su situación respecto a la violencia de épocas pasadas, pero que todavía cuenta con un movimiento rebelde considerablemente peligroso, especialmente las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

Pero ésta no es la única necesidad. Inmediatamente después, viene la aspiración colombiana a un tratado de libre comercio con Estados Unidos. Aquí, de nuevo, es el Congreso estadounidense el que tiene la última palabra. Y, en época preelectoral, como la actual, los congresistas no suelen ser muy partidarios de aprobar medidas comerciales que puedan beneficiar a productores extranjeros en perjuicio de los nacionales.

Pero el caso de Colombia, una vez más, también es diferente en este aspecto. Empezando por Bush, muchos políticos de EE UU son conscientes de que si se quiere acabar verdaderamente con el tráfico de drogas, que tanto daño hace a los ciudadanos estadounidenses, es necesario incitar el comercio de productos alternativos a la cocaína.

Y eso representa, en última instancia, el apoyo a la estabilización de Colombia, todo un símbolo mundial del inmenso daño causado por el narcotráfico, en términos de violencia, corrupción y crónica inestabilidad.

Colombia representa, por último, el más claro contraste al Gobierno de Hugo Chávez en Venezuela. Pese a que Uribe trata de contemporizar y convivir, como hacen otros en la región, con el extravagante vecino, el presidente colombiano es, sin duda, el contrapunto ideológico a Chávez más claro que existe en América Latina y el aliado predilecto de Bush y de Estados Unidos. Su éxito es vital para Washington, y su fracaso resultaría un grave percance.

George W. Bush y Álvaro Uribe, al llegar ayer al palacio de Nariño, en Bogotá.
George W. Bush y Álvaro Uribe, al llegar ayer al palacio de Nariño, en Bogotá.EFE
Hoy está en Guatemala, penúltima etapa de una gira que termina mañana en México

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