¿Se puede prescindir de la Universidad pública?
El desarrollo de la ciencia requiere, a juicio del autor, una política de apoyo continuada, que debe pasar por un refuerzo permanente de las instalaciones de la Universidad pública y la incorporación de nuevos investigadores.
En los últimos años se viene produciendo en nuestra comunidad un despliegue de iniciativas desde los responsables públicos encaminadas a potenciar la investigación que se lleva a cabo en el País Vasco, fundamentalmente en áreas estratégicas como las biociencias, los nanomateriales, etc. Al observar estas iniciativas, por lo demás muy loables, se percibe una disminución de la visibilidad de la Universidad del País Vasco- Euskal Herriko Unibertsitatea (UPV-EHU). Como consecuencia de ello vemos que, por ejemplo, mientras que los centros de investigación cooperativa (CICs) de reciente creación están despegando a toda máquina, los grupos de investigación consolidados de la UPV-EHU están viviendo de prestado -literalmente- en lo que llevamos de 2007, sin que por parte del Departamento de Educación, Universidades e Investigación del Gobierno vasco se haya concluido la elaboración de actuaciones que deberían haber entrado en vigor en enero de 2006.
De los científicos de Euskadi más citados a nivel internacional, todos desarrollan su actividad en la UPV, con una única excepción
Mientras los CIC van a toda máquina, los grupos de investigación de la UPV están viviendo, literalmente, de prestado
Ciertamente, no toda la investigación que se lleva a cabo en una comunidad debe recaer en las universidades. Hay abundantes ejemplos de investigaciones en ciencia básica realizadas en laboratorios tecnológicos industriales y, a la inversa, de productos de investigación muy aplicada desarrollados en las universidades. Dado lo complejo del asunto, el echar un vistazo a los indicadores de investigación comúnmente aceptados ayuda a hacer un diagnóstico correcto de la situación. La experiencia enseña que estos indicadores, que deben manejarse con cuidado al evaluar la labor de individuos, funcionan bastante bien con colectivos. Si echamos un vistazo a las bases de datos internacionales -por ejemplo, ISI Thomson (Filadelfia, EE UU)- nos encontramos con que la UPV-EHU ocupa el puesto 559 del mundo en número en contribuciones científicas, muy por debajo (obviamente) de las universidades de Oxford, Harvard o Berkeley, pero por encima de la Universidad de Nápoles, de la Universidad Politécnica de Hong Kong, o de la Georgia State University, por citar algunas.
En ciertas áreas, por ejemplo la química o la física, la UPV-EHU asciende a los puestos 244 y 391 respectivamente. Aunque no se oiga por ahí, nuestra Universidad pública está, en lo que a química se refiere, por delante de universidades como las de Oslo, Virginia o Calgary y ocupa el puesto noveno en el ranking de instituciones españolas en producción investigadora en química (EL PAÍS, 29 de septiembre de 2004). No se trata de situaciones excepcionales. Por ejemplo, la UPV-EHU está en investigación en medicina clínica por delante de centros como el Hospital Nacional de Osaka o el London Hospital, y justo por detrás de la Ohio State University y de la Universidad de Roma. Cierto, estamos a considerable distancia de la elite (otra cosa sería saber con cuántos recursos cuentan los centros de primera fila mundial) y no hay lugar para la complacencia, pero tampoco para la autoflagelación, que es una forma de narcisismo como otra cualquiera.
Pero no basta con producir nuevos conocimientos, también hace falta que los utilicen otros investigadores académicos o industriales en su trabajo y que lo hagan constar en sus publicaciones o en sus patentes. Esto es lo que habitualmente se conoce como impacto científico. Pues bien, en este aspecto la UPV-EHU está situada en una posición no demasiado lejana de su producción, en el puesto 669, después del Boston College.
Un estudio reciente sobre el impacto de la investigación llevada a cabo desde el País Vasco muestra que, si nos fijamos en los científicos más citados de la comunidad autónoma vasca a nivel internacional, todos ellos llevan a cabo su actividad en la UPV-EHU, con una única (y magnífica) excepción. Es más: un análisis más detallado muestra que, mientras la producción investigadora de la Universidad pública se mantiene relativamente estable en los últimos años, el impacto de la misma va en aumento. Concretamente, si bien los resultados publicados por nuestra Universidad fueron citados 6.015 veces por la comunidad internacional durante el periodo 1996-2000, la cifra aumentó a 10.274 durante el periodo 2002-2006. Podemos decir que en la Universidad pública vasca los investigadores publican más o menos en cantidad parecida a como lo hacían antes, pero que la calidad e influencia de esas publicaciones ha aumentado considerablemente. Análisis de otros indicadores, como las patentes registradas o los contratos con empresas, arrojan incrementos en la misma dirección.
Es importante señalar que estas mejoras en calidad investigadora se han conseguido en un entorno no siempre favorable y con unas políticas de contratación fundamentalmente determinadas por las necesidades docentes y no por las investigadoras. Así, programas de incorporación de jóvenes investigadores, que han permitido la llegada de cientos de investigadores a las universidades catalanas, madrileñas o andaluzas, apenas han tenido repercusión entre nosotros. Ciertamente, si no se toman medidas urgentes, esto tendrá consecuencias en los próximos años, al dificultar considerablemente el desarrollo de nuestra población investigadora, por no hablar de su renovación generacional. Este problema es importante, porque no se resuelve sólo con dinero ni con brillantes inauguraciones. Hace falta una política continuada y un apoyo decidido a lo largo de muchos años, sobre todo teniendo en cuenta que se ha perdido un tiempo precioso.
En definitiva, sea cual sea el camino que tome la I+D+i en el País Vasco, tendrá que pasar necesariamente por un refuerzo permanente de la Universidad pública, por una actualización y mejora de sus infraestructuras científicas y por una política decidida (iba a escribir agresiva) de incorporación de nuevos investigadores.
Una UPV-EHU más fuerte en investigación será beneficiosa para todos los demás agentes de la red vasca de ciencia y tecnología y permitirá la mejora de nuestro peso específico en el contexto científico internacional, tanto en cantidad como en calidad. Los logros espectaculares, si se producen, vendrán por añadidura. Porque, como dejó escrito Ramón y Cajal, "los genios, como las cumbres más elevadas, surgen solamente en las cordilleras".
Fernando P. Cossío Mora es catedrático de Química Orgánica de la UPV.
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