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El conflicto de Irak

La nueva ley del petróleo repartirá los beneficios entre chiíes, suníes y kurdos

Fernando Gualdoni

La ley contentaría por un lado a los suníes, que no tienen petróleo donde habitan, y también a los kurdos, que ya han firmado contratos con petroleras foráneas.

La ley es importante pero aún está lejos de ser una realidad tangible. Ningún experto duda que ha costado mucho sacar adelante el proyecto, considerado vital para mantener la unidad del país e imprescindible para que la economía, hundida hasta niveles insospechados, comience a resurgir. El petróleo siempre ha sido la principal fuente de ingresos de Irak, país que cuenta con reservas de 115.000 millones de barriles, las terceras mayores del mundo.

Dos puntos clave

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La ley tiene dos puntos clave: el primero es que permite al Gobierno distribuir los ingresos petroleros (unos 70.000 millones de dólares, 52.830 millones de euros, el último año) por provincias o regiones, según su número de habitantes. Esta decisión está pensada para calmar a los suníes que, siendo el 20% de la población, viven mayoritariamente en áreas sin petróleo, aún teniendo en cuenta los recientes yacimientos descubiertos en la provincia de Al Anbar. Hay dos problemas: en Irak no hay un censo fiable, y hay millones de desplazados por la guerra. Se calcula que hay un 60% de chiíes, 20% de kurdos y el resto, suníes.

El segundo punto clave es que permite a las autoridades regionales firmar contratos de exploración y producción petrolera con empresas extranjeras, aunque con cierto control por una autoridad estatal. Esta cláusula está pensada para los kurdos, que ya han dado licencias de exploración en la riquísima zona de Kirkuk a compañías noruegas, canadienses y de Emiratos Árabes Unidos, todas de tamaño medio. Lo han hecho a pesar de las protestas suníes y de la indiferencia chií, más propensa a imitar la estrategia kurda en su zona de Basora, la otra rica en petróleo.

"El proyecto de ley no me convence, no creo que los kurdos finalmente lo acepten", opina Bill Farren-Price, subdirector de la publicación especializada Middle East Economic Survey, con sede en Nicosia. Farren-Price sabe que los kurdos no han querido hasta ahora renunciar a lo que ganan con los contratos que han estado firmando desde diciembre de 2005.

"Yo creo que sí aceptarán", dice William Ramsey, subdirector ejecutivo de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), el guardián de los intereses energéticos de Occidente. "No creo que los kurdos hayan creído que se iban a quedar con todo el dinero del petróleo. Saben que tendrán que compartirlo, aun cuando intenten retrasar esto cuanto puedan", añade.

El escepticismo de los dos expertos es compartido por muchos otros colegas. El proyecto de ley tiene que ser aprobado antes de finales de mayo por un Parlamento con 275 miembros, la mayoría enfrentados por casi todo. Hay grandes temores de que los clanes suníes no se resignen a tener sólo lo que el Gobierno central les reparta de los ingresos petroleros después de décadas de ser la comunidad mimada por el régimen de Sadam Husein. También entre los chiíes hay facciones a favor de quedarse con el crudo de Basora, antes que darles ni un céntimo a los suníes, que han bombardeado lugares tan sagrados para ellos como la Mezquita de Samarra.

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Sobre la firma

Fernando Gualdoni
Redactor jefe de Suplementos Especiales, ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS como redactor de Economía, jefe de sección de Internacional y redactor jefe de Negocios. Es abogado por la Universidad de Buenos Aires, analista de Inteligencia por la UC3M/URJ y cursó el Máster de EL PAÍS y el programa de desarrollo directivo de IESE.

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