Votadme, vejetes
Cuentan que la señora Esperanza Aguirre se paseó el martes por algunos cines de Madrid. No pretendía ver película alguna pero sí parlotear con las gentes de más de 60 años que hacían cola. Ya se sabe que la Comunidad de Madrid, con la colaboración del Ayuntamiento y de FECE, asociación que aglutina a los exhibidores, vienen ofreciendo desde el pasado noviembre y hasta la semana que viene la oportunidad a los mayores de ir los martes al cine por un simple euro. La señora Aguirre no ha perdido la ocasión para anotarse el tanto en estos tiempos de pesadísima precampaña electoral.
De hecho, tanto ella como el alcalde Gallardón han invertido algo más de un millón de euros en este proyecto, eso sí, en purita publicidad para sí mismos. La idea propagada de que sus instituciones son las que cubren los tres euros y medio restantes hasta completar el importe habitual de cada entrada para mayores, es mera leyenda. En realidad, son los productores, distribuidores y exhibidores los que apechugan con el gasto, y a ellos, en cualquier caso, correspondería el mérito. Quizá por eso no están tan contentos ellos. Dicen que el convenio se firmó a sus espaldas y que luego han tenido que bregar unos con otros para no dejar a los políticos ni a los ancianos con el culete al aire. ¿Cómo se va a creer nadie que ver una película en un cine pueda costar un simple euro? ¿Por qué vincular a los que viven de ello en una demagógica campaña electoral? A un euro, aseguran, el cine se acabaría. Y sin hablar de la piratería. ¿Qué harán ahora las demás comunidades y ayuntamientos que también tienen elecciones?
En cualquier caso, parece que el invento va a prolongarse durante cuatro meses más, aunque ahora sí, con el compromiso de que las instituciones políticas cubran de verdad el desajuste económico que han creado con su afán de propaganda. Distribuidores y exhibidores están que trinan. Los cines se llenan los martes, efectivamente, pero la recaudación es menor que con las salas a medio gas. Esto es pan para hoy y hambre para mañana, dicen.
Los políticos quieren seducir a los mayores que votan. Justo lo opuesto de lo que ha hecho RTVE expulsando a unos 4.000 empleados por el delito de tener más de 50 tacos. Como reacción indignada, esta semana se organizó un nutrido homenaje a Manuel Pérez Estremera, el último director de la tele pública. Allí había productores, distribuidores, críticos, empleados de la casa... Tendrían que haber proyectado aquella vieja película de 1968, El presidente (Wild in the streets), en la que un adolescente llegaba a la Casa Blanca y decidía meter en campos de concentración a cuantos hubieran cumplido los 30 años, y obligarles a consumir buenas dosis de LSD. Habría estado en consonancia con la peligrosa escabechina que han hecho en la tele. Entre unos y otros van a acabar con todo. Lo ideal sería no tener edad. Como Peter Pan.
Babelia
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