Europa se lanza
Sin duda, la información estrella de la semana han sido los avances del crecimiento del PIB en el cuarto trimestre del pasado año en España, en la eurozona y en la UE. El dato español se ajustó a lo esperado, un 4% en tasa interanual, que, promediado con el de los tres trimestres anteriores, supone un crecimiento medio anual del 3,8%. Más sorpresa constituyó el crecimiento en el resto de países de la eurozona, cuya tasa interanual aumentó cinco décimas respecto al trimestre precedente para situarse en el 3,3% (véanse gráficos adjuntos). La media anual alcanzó un 2,8%, siete y dos décimas más de lo que preveía la Comisión Europea en la primavera y el otoño últimos, respectivamente.
Definitivamente, la recuperación de la economía europea, que se inició en la segunda mitad de 2005 y por la que hasta ahora nadie daba un duro, parece consolidarse y coger más fuerza de lo esperado. Parte de esa aceleración obedece al adelanto de compras ante las subidas de impuestos indirectos que se han producido en Alemania e Italia a comienzos de este año, pero, al margen de dicho efecto, subyacen elementos más permanentes que permiten ser optimistas. Alemania, tras muchos años de ajuste duro y silencioso, ha recobrado su competitividad, lo que explica la fortaleza de las exportaciones y de la inversión de las empresas, que ya se traduce en creación de empleo y disminución del paro. Ahora falta -y a buen seguro que esto se producirá a lo largo de este año- que los consumidores vean el porvenir con más confianza, y a los dos motores del crecimiento señalados se una el consumo de los hogares. Por eso, me parece que el crecimiento del PIB de la eurozona para 2007 se situará más cerca del 3% que del 2% que se ha estado barajando hasta ahora. En todo caso, tanto para la eurozona como para España, el avance del cuarto trimestre no ofrece todavía datos desagregados para analizar con más detalle las bases y tendencias del crecimiento. Tendremos ocasión de comentarlas cuando dispongamos de dichos datos.
Otra información importante fue la de la balanza de pagos de noviembre publicada por el Banco de España. El déficit por cuenta corriente, cuyo crecimiento se moderó durante el tercer trimestre del pasado año, vuelve a aumentar fuertemente en los meses de octubre y noviembre. Las importaciones se han acelerado como consecuencia de la nueva fortaleza de la demanda interna de consumo y, sobre todo, de inversión en capital fijo (signo evidente, por otra parte, de que los empresarios no vislumbran un cambio de la tendencia expansiva de nuestra economía a corto plazo). Además de ello, el déficit de la balanza de rentas también se ha disparado como consecuencia del fuerte aumento del endeudamiento frente al exterior y de la subida de los tipos de interés, y lo mismo ocurre con el de transferencias corrientes, a causa de los fuertes flujos al exterior en concepto de remesas de inmigrantes. También disminuyen los flujos provenientes de los fondos estructurales de la UE (transferencias de capital). A falta del mes de diciembre, puede estimarse que el déficit corriente habrá alcanzado en 2006 una cifra equivalente al 9% del PIB. Si a ello añadimos las inversiones de España en el exterior (directas, en cartera, préstamos, depósitos, etcétera), la economía española habrá necesitado financiación externa por más del 22% de su PIB, cifra increíble que sólo puede alcanzarse por nuestra pertenencia a la eurozona. Y a pesar de ello, el euro no acaba de estar bien visto entre la ciudadanía.
Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros (FUNCAS).
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