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Reportaje:

La gran obsesión de Angela Merkel

La canciller alemana quiere sacar adelante a toda costa un pacto en la UE para resucitar la Constitución Europea

Andreu Missé

"Sacar adelante la Constitución Europea es la gran obsesión de la canciller alemana, Angela Merkel", asegura una comisaria que lamenta cómo los demás asuntos de la presidencia alemana "han pasado a un segundo plano". Como presidenta de la Unión, Merkel centrará sus esfuerzos en un doble frente: Polonia y República Checa, en una primera etapa, y Reino Unido y Holanda, más adelante, de cara a la cumbre de junio, para convencerles de la necesidad de un acuerdo de mínimos sobre el Tratado.

Merkel pasará su primer examen el próximo 8 de marzo, en la cumbre de jefes de Estado o de Gobierno, en la que pedirá un mandato a los líderes para redactar la Declaración de Berlín, con motivo del 50º aniversario del Tratado de Roma, el 25 de marzo. Será el punto de arranque para lograr un nuevo consenso sobre el Tratado Constitucional.

Para relanzar el proyecto, debe vencer la abierta hostilidad de checos y polacos
"Es consciente de que hay que contar con Reino Unido", asegura un experto español

Durante las últimas semanas, el Gobierno de Berlín ha recogido los mensajes de los sherpas de los 27 Estados miembros para perfilar el contenido de la Declaración de Berlín. El resultado es una clara rebaja de las expectativas. La declaración, un breve texto de dos o tres hojas, se basará sobre todo en una proclama política genérica en la que se intentará incluir los nuevos retos de Europa como "la globalización, la energía, el cambio climático y la inmigración", según una fuente comunitaria. Otras fuentes señalan que se evitará precisar compromisos concretos, como había pretendido el presidente de la Comisión, José Manuel Durão Barroso, hace un año.

El tono de las rebajas es un reflejo del clima de doble hostilidad que afronta Merkel para relanzar el proyecto europeo. Por una parte, el presidentes de Polonia, Lech Kaczynski, y de la República Checa, Václav Klaus, furibundos partidarios de enterrar el texto actual y elaborar "un nuevo Tratado con calma". Por otro lado, el premier británico, Tony Blair, y su probable sucesor, el ministro de Finanzas, Gordon Brown, advirtieron el pasado viernes que rechazarían cualquier nuevo Tratado que exija un referéndum.

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En el frente opuesto, Alemania cuenta con el apoyo de los llamados Amigos de la Constitución, el grupo de 18 países que ya la han ratificado, junto con Irlanda y Portugal, que el pasado 26 de enero se reunieron en Madrid. La reunión ha servido para fortalecer la posición de Alemania frente a los euroescépticos y, al mismo tiempo, para iniciar una nueva etapa de realismo. Como anunció el secretario de Estado para la Unión Europea, Alberto Navarro, "es mejor una Constitución modificada que nada". Andrew Duff, líder de los liberales británicos en el Parlamento Europeo y defensor de un plan B para salvar la Constitución, se entrevistó con Navarro la víspera del encuentro en Madrid y se mostró "satisfecho" porque vio que la reunión y el proceso "estaban en buenas manos".

Aunque todo el escenario está pendiente del resultado de las elecciones francesas de esta primavera, la rebaja de contenidos del nuevo Tratado se ha ido instalando en el ambiente. La propuesta de un minitratado planteada por el candidato conservador a la presidencia francesa, Nicolas Sarkozy, que tanto rechazo provocó de entrada, no sólo se ve cada vez con mejores ojos, sino que incluso podría ser un referente máximo. Sarkozy propone sustancialmente la votación por el sistema de doble mayoría, que reconoce el peso real de Alemania, un presidente del Consejo y un ministro de Exteriores permanentes y que el presidente de la Comisión sea nombrado por el Parlamento. La doble mayoría exige que las votaciones del Consejo deben ser aprobadas por el 55% de los Estados miembros y el 65% de la población.

En cualquier caso, entre los 18 países que han ratificado la Carta Magna europea, cada vez existe una mayor disposición a aceptar modificaciones, recortes y acuerdos de mínimos. "O Constitución modificada o no habrá Constitución", afirma Carlos Carnero, eurodiputado socialista. En su opinión, y con una expresión más gráfica, afirma que "hay que modificar el Tratado con la pluma, es decir añadiendo, y no con las tijeras".

La correlación de fuerzas está reconduciendo las propuestas hacia posiciones cada vez más mínimas. "Seguramente ya no se le llamará Constitución, sino Tratado Fundamental o Tratado de Bases", señala una fuente comunitaria, que recuerda que en Alemania la Ley Fundamental de 1949 es el equivalente a la Constitución en otros países. Tampoco se llamará ministro al titular de Asuntos Exteriores de la UE y, más relevante aún, "el nuevo Tratado no sustituirá los anteriores, como hacía la Constitución, que era una refundición de los textos, sino que será uno más, que añadirá nuevos criterios como el sistema de votación, y quizá incorporará otros elementos que cada vez preocupan más a lo ciudadanos, como la energía, el cambio climático y la seguridad", señala la misma fuente.

A pesar de este nuevo enfoque, más digerible incluso para los euroescépticos, las reticencias en algunos Estados como Polonia arrecian. La canciller Angela Merkel tiene previsto viajar a Varsovia todas las veces que sea necesario para intentar convencer al presidente Lech Kaczynski. Cuenta con el apoyo de la comisaria polaca responsable de la Política Regional y de Cohesión, Danuta Hübner, una europeísta convencida, quien recientemente mantuvo un encuentro con el presidente Kaczynski de más de cuatro horas. Pero las relaciones del Gobierno polaco con "ellos", expresión de las autoridades de Varsovia para referirse a Bruselas, son cada vez más ásperas. Una situación que no concuerda con el sentimiento de los ciudadanos, partidarios en un 63%, de la Constitución Europea.

A pesar del cúmulo de obstáculos, Jo Leinen, eurodiputado socialista alemán, presidente de la Comisión de Asuntos Constitucionales, se declara "optimista". "Confío en que ratifiquen Irlanda, Portugal, Dinamarca y Suecia. Cuando tengamos 23 o 24 países estaremos en una situación mucho mejor".

José Ignacio Torreblanca, investigador principal del Real Instituto Elcano, coautor de un clarividente trabajo con Gil Carlos Rodríguez Iglesias titulado El futuro de la Constitución Europea: opciones para España, cree que "la situación es delicada y hay que evitar a toda costa la fractura". En su opinión, Europa necesita un acuerdo básico entre Alemania, Francia y el Reino Unido. "Merkel", precisa, "es muy consciente de que hay que contar con el Reino Unido, porque da mucha importancia a la seguridad exterior y a las buenas relaciones atlánticas y esto no se puede hacer sin el Reino Unido".

SCIAMMARELLA
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