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El Gobierno de Prodi trata de liberalizar el sector del comercio minorista en Italia

Enric González

El Gobierno italiano lanzó ayer su segunda oleada de liberalizaciones. Si la primera, en junio, apuntó a los taxistas, los abogados y los farmacéuticos (sin que hasta la fecha, tras grandes protestas corporativas, se hayan registrado cambios perceptibles en esos ámbitos), la actual muestra un similar tono minimalista: esta vez se intenta incrementar la competencia entre quiosqueros, peluqueros, agentes inmobiliarios y expendedores de gasolina, entre otros.

El decreto-ley aprobado por el Consejo de Ministros se dirige a mejorar ciertos servicios y a acabar con un puñado de las muchísimas regulaciones que encorsetan el comercio. Una ley de la inmediata posguerra establece, por ejemplo, que no pueden existir dos peluquerías cercanas entre sí, y que los peluqueros no pueden trabajar ni el domingo ni el lunes. Otra vieja ley reserva a los quioscos la exclusiva de la venta de periódicos. Las gasolineras poseen también la exclusiva de la venta de gasolina. El Gobierno de Romano Prodi aspira a poner fin a esas limitaciones. Si el decreto-ley no naufraga por las reacciones corporativas, en cuestión de meses los italianos podrán cortarse el pelo en lunes y abastecerse de combustible y prensa en los supermercados.

También se suprimirá la ley que, como ocurre con las peluquerías, establece distancias mínimas entre un cine y otro.

Otra medida afectará a La Posta, el servicio público de correos. Si un ciudadano envía un paquete y el paquete se extravía, debe pagar para recuperarlo. Ésa es la situación actual. En el futuro, si la reforma sale adelante, el ciudadano tendrá derecho a recuperar gratuitamente el paquete que no llegó a su destino y, en caso de pérdida, podrá incluso exigir una indemnización.

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