Becas, rentas y territorio
El pasado 14 de diciembre, el pleno del Congreso de los Diputados aprobó, con el voto en contra del Partido Popular, un novedoso criterio para la distribución de las becas universitarias. Lo defendió con gran claridad la representante de Izquierda Unida, señora García Suárez. "La igualdad real de oportunidades", dijo, "significa en muchas ocasiones tratar diferente (sic) a lo que es diferente". Y para ilustrar pedagógicamente este principio apostilló: "No es lo mismo el mileurista, el joven con 1.000 euros en la Comunidad de Madrid, que el joven con 1.000 euros en otras comunidades en las que el coste de la vida no sea el de la Comunidad de Madrid ni el de Cataluña u otras comunidades".
La tesis aprobada por el Congreso, con el apoyo del partido socialista, es la que defienden los nacionalistas
Las becas han de tener como único criterio la renta de las personas si hablamos de un mismo espacio económico
Con la aclaración de la señora diputada, el principio de "tratar de manera diferente a lo que es diferente" en función del coste de la vida tendría dos importantes consecuencias. La primera, que el joven de Madrid o el de Cataluña debería disfrutar de una beca de cuantía superior a la del joven de Extremadura o de Murcia, por ejemplo, porque en estas últimas comunidades se puede vivir mejor con menos dinero. La segunda, que el umbral de las rentas para acceder a las becas debería ser, también, diferente. Familias con mayores ingresos en Madrid o Barcelona deberían poder disfrutar de becas que otras con menores ingresos que vivieran en comunidades con menor coste de la vida, que son las de menor renta, es decir, las más pobres.
¿Hasta dónde habría que llevar este criterio? Porque son los jóvenes mileuristas que vivan en el barrio de Salamanca de Madrid o en Sant Gervasi de Barcelona quienes lo tienen más difícil: allí los pisos están por las nubes, y la cesta de la compra es más cara. ¿Merecen ser compensados ante tamañas dificultades?
Lo que, a primera vista, puede parecer sorprendente es que esta propuesta venga de las filas de la izquierda. El partido socialista se ha sumado a ella y así ha quedado bendecida por una mayoría de la Cámara. Pero, si analizamos con más profundidad las razones de este cambio de nuestras izquierdas respecto a sus posiciones tradicionales, averiguamos las causas de este viraje. No es otro que su impregnación creciente de la mentalidad y postulados nacionalistas. Porque la tesis aprobada por el Congreso, con el apoyo sin fisuras del partido socialista, es la que desde antaño venían defendiendo los partidos nacionalistas. Ésta es una tesis que abandona definitivamente la pretensión de luchar en serio por la cohesión social de España. Porque, claro está, en el actual sistema de becas aparentemente las comunidades autónomas más pobres resultan las más beneficiadas por la sencilla razón de que en ellas viven muchas más familias con menores rentas. No creo que haya demasiados becarios, en efecto, que vivan en el barrio de Salamanca o en Sant Gervasi.
Tengo que decir que no estoy de acuerdo con el criterio que aprobó alegremente la Cámara. Si las becas deben servir para incrementar la igualdad de oportunidades y han de tener una función redistribuidora de la renta y de compensación de las desigualdades, han de tener como único criterio el de las rentas de las personas, si estamos hablando de un mismo espacio económico y social. En el momento en el que abandonemos tal criterio y lo sustituyamos por el del criterio territorial, la consideración de España como un mismo espacio social y económico se desvanece y deja de poder hablarse de cohesión social para el conjunto de España. Las izquierdas han dado un gran paso para enterrar este concepto.
Eugenio Nasarre es portavoz de educación del PP en el Congreso de Diputados.
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