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Etiopía augura una rápida derrota de los islamistas somalíes

Las tropas etíopes y del Gobierno provisional se encuentran a 70 kilómetros de Mogadiscio

Etiopía asegura que está a mitad camino de lograr la victoria sobre las milicias islámicas y que podría entrar en la capital Mogadiscio en unos días. Miles de soldados etíopes, apoyados por carros de combate, helicópteros y aviones, han cruzado la frontera en apoyo del Gobierno internacionalmente reconocido y se han hecho con el control de seis ciudades. Los islamistas reconocen una "retirada táctica" y llaman a la guerra santa contra el invasor.

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El primer ministro etíope, Meles Zenawi, aseguró ayer que sus fuerzas han tomado seis localidades y matado a mil combatientes islamistas. La milicia de la Unión de Tribunales Islámicos (UTI) habla de cientos de muertos entre las tropas gubernamentales y sus aliados de Etiopía. No hay confirmación independiente. Una fuente humanitaria informó ayer de que ambas partes tratan de evitar bajas entre la población civil para no perder su apoyo.

Zenawi dio cifras de su intervención militar: "Entre 3.000 y 4.000 soldados etíopes han roto el espinazo a los islamistas [cerca de Baidoa], que se baten en retirada. Hemos completado la mitad de nuestra misión y en cuanto terminemos la otra mitad, nuestras tropas saldrán de Somalia", dijo. La ONU estima que son 8.000 los soldados etíopes dentro de Somalia.

Fuentes independientes aseguran que los etíopes están a 70 kilómetros de Mogadiscio y que podrían tomarla en dos o tres días. Entre los blancos atacados ayer está el antiguo aeropuerto internacional de la capital. Dos aviones lanzaron sendas bombas, que apenas causaron daños. Las pocas ONG que se mantenían en el país han evacuado a todo su personal.

Etiopía, de población mayoritariamente cristiana, apoya al Gobierno laico de Somalia en su lucha contra la UTI, que desde hace semanas tratan de conquistar Baidoa, la última ciudad de importancia en manos gubernamentales.

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Etiopía cuenta con el apoyo de la Unión Africana (UA) y de Estados Unidos. La Casa Blanca ve en los islamistas somalíes una extensión de los talibanes afganos y de Al Qaeda. Eritrea, que ha librado una larga guerra de independencia contra Etiopía, apoya con 2.000 soldados a la UTI, también según Naciones Unidas.

Retirada táctica

Los islamistas admiten la retirada de sus posiciones cerca de Baidoa, pero niega una desbandada, como sostienen en Addis Abeba, y anuncia un contrataque que "acabará con la destrucción de los invasores". "Es una cuestión de tiempo. Lanzaremos ataques desde todas las direcciones", dijo ayer su portavoz Abdi Kafi.

Somalia vive sumida en el caos desde 1991, cuando varios señores de la guerra derrocaron al dictador Siad Barre. Sin Gobierno efectivo, la capital se dividió en barrios controlados por milicias rivales. El único negocio estable era el tráfico de drogas y el de armas. Los tribunales islámicos aparecieron primero en el sur de Mogadiscio, donde lograron imponer el orden con la aplicación estricta de la ley islámica. El apoyo popular y de los comerciantes a su gestión les convirtió en una fuerza militar, que en junio tomó todo Mogadiscio.

El Gobierno provisional somalí, que surge hace dos años de un plan de paz del año 2000 que nunca ha terminado por aplicarse, pidió ayuda a Etiopía, enemigo tradicional de Somalia. Les separa una disputa territorial en el desierto del Ogadén, que en 1977 provocó una guerra entre ambos países.

El portavoz del Gobierno, Abdirahman Dinari, ofreció una amnistía a los combatientes islamistas que depongan las armas. Éstos aseguran que la guerra será larga, "hasta el último hombre", según Kafi. Cientos de milicianos salieron ayer de Mogadiscio encaramados en todoterrenos artillados en dirección al frente. Según Addis Abeba, entre ellos ya hay combatientes extranjeros.

Por otra parte, las ONG han advertido del grave riesgo de una nueva hambruna en Somalia. Consideran que la guerra, las inundaciones, el desplazamiento de miles de personas, el abandono de las cosechas y la extrema vulnerabilidad del sistema alimenticio, quebrado desde hace 16 años, representan un gran peligro. La red de sistemas de alerta temprana contra la hambruna (Rsatch), dependiente de la agencia estadounidense de ayuda humanitaria (USAid), se sumó ayer a esta corriente al advertir de que los efectos de una guerra abierta serían catastróficos para la población civil.

Esta red asegura que en el sur de Somalia hay 1,1 millones de personas que ya viven una crisis humanitaria y que medio millón más sufre las consecuencias de las inundaciones. El conflicto ha provocado ya un "impacto serio" en la producción agrícola, lo que ha elevado los precios de los alimentos un 17% desde el mes de octubre en lugares como Beletweyne, un dato anterior al inicio de las presentes hostilidades.

Milicianos islamistas vigilaban ayer la carretera que conduce al aeropuerto internacional de Mogadiscio.
Milicianos islamistas vigilaban ayer la carretera que conduce al aeropuerto internacional de Mogadiscio.EFE

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