Autovía salida a Atapuerca
La sierra de Atapuerca (Burgos) alberga los yacimientos arqueológicos declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 2000. Su ubicación se encuentra entre los municipios de Atapuerca e Ibeas de Juarros, situados en la ladera norte y sur, respectivamente.
En la actualidad no se encuentra en la agenda de arqueólogos, visitantes o estudiosos sino en las intenciones del Ministerio de Fomento construir por sus laderas el tramo "Santo Domingo de la Calzada-Burgos" de la "Autovía del Camino de Santiago", A-12 (BOE, 24-10-2006). En el estudio informativo de Fomento se recomienda la alternativa que discurre por la localidad de Ibeas de Juarros. Ésta inevitablemente afectará negativamente a los yacimientos y a la sierra, ya que atraviesa el área de protección -o zona tapón- designada por la Unesco.
El Estado español -junto a las Administraciones local y autonómica- ha adquirido un compromiso internacional en la conservación y protección de este y otros Bienes de Interés Cultural. Inútiles serán los esfuerzos de la Unesco si la población autóctona no se implica en esta tarea.
Ahora bien, ¿somos conscientes los españoles, los castellano-leoneses, los burgaleses y la población que reside al pie de la sierra de Atapuerca, de su valor universal? ¿Se nos ha informado con un lenguaje libre de tecnicismos por qué merece estar entre los lugares que ostentan está distinción?
Retrocedamos en el tiempo. Desde comienzos de los años 90 del siglo pasado el equipo investigador de Atapuerca empezó (amén de los esfuerzos del profesor Emiliano Aguirre) una labor divulgativa encomiable. Iniciaron algo que puede considerarse un fenómeno social de divulgación científica desconocido en nuestro país. Y digo encomiable porque la divulgación no es, normalmente, una (pre)ocupación de los que hacen ciencia. El equipo investigador de Atapuerca se ha preocupado y se ha ocupado de divulgar como nunca antes se había hecho en nuestra geografía. Son ellos los que han hecho Atapuerca.
Ahora bien, si ellos han realizado su tarea investigadora -el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica 1997 así lo avala-, y si nos han transmitido a todos los españoles por qué Atapuerca es único, cabe preguntarnos: si el Estado español presentó la candidatura en 2000, ¿se ha olvidado que adquirió un compromiso internacional de velar por su conservación? Si la construcción de una infraestructura necesaria para un país afecta a un bien patrimonial, ¿se ha informado a la Secretaría de la Unesco antes de reunir la documentación básica para que los técnicos participen en la búsqueda de soluciones adecuadas para garantizar la conservación? Al parecer, no. Tampoco se han atendido las peticiones de que dicha autovía se separe completamente de la sierra de Atapuerca y su entorno. El Ministerio de Fomento no ha dado la posibilidad ni siquiera de diálogo con los interlocutores más preparados.
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