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La testigo de cargo describe "malos tratos continuados" en una guardería de Vitoria

La directora del centro achaca todo a una venganza laboral, en el inicio de la vista oral

La principal testigo de cargo describió ayer un escenario de "malos tratos continuados" a los niños atendidos en la guardería Primeros Pasos, de Vitoria, durante los cerca de dos años y nueves meses que estuvo trabajando en ella, desde febrero de 2001 hasta noviembre de 2003. La testigo es María Victoria Barroso, una de las educadoras que integraban la plantilla de esta escuela infantil y que declaró durante la vista oral del juicio iniciado ayer contra la directora y otras dos profesoras del centro. Las tres negaron todo y achacaron la denuncia a una venganza laboral.

La Fiscalía de la Audiencia Provincial de Vitoria abrió diligencias a principios del mes de diciembre de 2003, cuando un grupo de padres puso en su conocimiento la sospecha de que en la guardería se maltrataba a sus hijos de varias maneras. Principalmente, obligándoles a comer sus vómitos y golpeándoles en la boca tras ponerles antes una bayeta para no dejar marcas. Los progenitores fueron informados días antes de lo que estaba ocurriendo por María Victoria Barroso, quien fue despedida por la dirección de la guardería el 1 de diciembre por propagar informaciones "falsas".

Después de tres años de instrucción, ayer se celebró la primera vista oral de un juicio que podría prolongarse hasta la semana que viene. Alrededor de 70 testigos han sido citados entre la defensa y la acusación, que está representada por la Fiscalía, la asociación de padres damnificados y la Asociación Clara Campoamor, defensora de los derechos de las mujeres y de los menores. La Fiscalía y las otras dos acusaciones han solicitado tres años de prisión y otros tres de inhabilitación profesional para cada una de las acusadas.

El momento más esperado de la jornada de ayer era el testimonio de Barroso, quien se ratificó en todos los extremos. La educadora, que actualmente trabaja en un colegio de Vitoria, describió como un escenario de golpes, gritos y humillaciones lo que se vivía de puertas adentro de la guardería. Ella era la responsable del aula de niños de 1 a 2 años y coincidía con las otras dos educadoras encausadas, Estíbaliz Urarte (aula de 2 a 3 años) y Aurelia Serrano (bebés de hasta 1 año), y con la directora, María Luisa Estíbaliz, a las horas de las meriendas. "Cuando los niños no querían comer y lloraban, les colocaban la bayeta que habitualmente utilizamos para la limpieza en la boca, y les daban una secuencia de tres o cuatro golpes", narró.

La intención de esta técnica era, según le explicaron a la testigo de cargo la directora y las otras dos acusadas, que el niño se diera cuenta de quién mandaba. Pero el efecto de que al final comiesen casi nunca se lograba. Otro "maltrato habitual" era obligar a los pequeños a comer su vómito.

"Era el vómito"

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En este punto, tanto el juez como la defensa y las acusaciones fueron muy puntillosos al exigir a la testigo que describiera lo que entendía por vómito. "Se trataba de alimentos que ya habían llegado al estómago, con jugos gástricos. No es que se le cayera al plato el bocado que masticaban y se lo dieran otra vez. No. Era el vómito", precisó. Según Barroso, este tipo de prácticas eran casi diarias. Tras esta afirmación, el juez le preguntó por qué sólo denunció lo que estaba ocurriendo dos años y nueve meses después de estar trabajando, cuando se trata de una "educadora vocacional". "Me bloqueé", respondió. "Es como si un mecanismo en mi cerebro me impidiera decir lo que estaba viendo".

Frente a esta denuncia, la directora y las dos profesoras acusadas reivindicaron su inocencia y su historial, que en el caso de la responsable de la escuela es de 29 años sin ningún tipo de reclamación. María Luisa Estíbaliz achacó las declaraciones de Barroso a una venganza laboral, debido a que no había accedido a mejorar sus condiciones salariales. Tanto Estíbaliz Urarte como Aurelia Serrano corroboraron esta tesis y recordaron varios episodios en este sentido. "Se informó [la testigo de cargo] de las condiciones del sector y llegó a decir que ella no tenía nada que perder y que era capaz de cerrar la escuela si Marisa [la directora] no accedía a sus peticiones", indicó Serrano.

Durante la vista también declararon dos testigos, una de la defensa y otro de la acusación, ambas educadoras. La primera rechazó la existencia de malos tratos durante su paso por la escuela y la de la acusación aseguró que vio varias veces emplear la bayeta. El juez aceptó como prueba la grabación de unas cintas de audio por parte de la testigo de cargo. Barroso las grabó durante las comidas y meriendas para demostrar el clima que se vivía en la guardería.

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