Padre (inventado), hijo y marido en busca de su identidad

Todo empieza con la metáfora de la hamburguesa gigante. "Cuando fui padre por primera vez, entré a la habitación del hospital y parecía que el recién nacido y la madre se conocían de toda la vida y yo, el padre, lo tenía en mis manos como si fuese una burguer gigante con la que no sabés qué hacer, si quitarle el pan o qué, y esa sensación permanece durante toda la vida", asegura Daniel Burman (Buenos Aires, 1973). Y de esa reflexión cotidiana -y otras más- surge Derecho de familia, filme que cierra la "trilogía inconsciente" que Burman comenzó con Esperando al Mesías y prosiguió con El abrazo partido.

Es de nuevo el actor uruguayo Daniel Hendler quien debe buscar la identidad que pierde nada más llegar al mundo su hijo Gastón. En la búsqueda, debe inventarse un personaje más o menos paterno. "Durante los primeros años uno construye una familia, tiene una hipoteca, unos hijos, mujer, libros, pero eso no hace que uno se sienta cómodo, tiene que haber una transición del hogar paterno al propio, y el personaje, Perelman hijo, todavía no se ha acomodado", explica Burman.

Y mientras construye y se acomoda en su nueva vida, todavía tiene en obras la anterior, no la de padre o marido, sino la de hijo. Su relación con el doctor Perelman, a quien define como el Zelig de los abogados, es de acordada distancia, hasta que su padre, repentinamente, se decide a cortarla: "Encuentro fascinante explorar ese cotidiano proceso de sustitución. Nuestros padres se están yendo y nos cuentan que no son lo que creíamos".

Burman procede de una familia de abogados y ha sido padre por segunda vez... ¿Qué hay de autobiográfico? "Cuando me preguntan esto yo, por pudor, siempre miento, pero está claro que las reflexiones surgen de mi vida cotidiana, pero lo que pasa es ficción, menos la escena de la pileta". Burman se deshace del pudor y cuenta que, al igual que el doctor Perelman hijo (Hendler), tuvo que meterse en la piscina con un montón de padres y sus respectivos retoños. "No sé si aquí pasa, pero en los jardines de infancia en Argentina les encanta que nos metamos en la pileta y nos desnudemos", bromea.

La familia, de nuevo a vueltas con la familia, reconoce Burman. "¿Y de qué voy a hablar? No hay tantos temas, llevamos 5.000 años hablando de lo mismo, la familia está reflejada en todo, se pueden hacer 100 películas y no repetirse", concluye.

Completan la familia en construcción Sandra (Julieta Díaz) y Gastón, Eloy Burman, hijo del director. "Trabajar con él ha sido milagroso, lo ha hecho muy bien, y ¡hasta le han nominado a mejor actor revelación en los premios Clarín!", contaba Burman orgulloso. Eso sí, "la experiencia ha sido fantástica e irrepetible".

Y, claro, más familia en su próximo filme. "Tiene que ver con el síndrome del nido vacío. Durante la película, viendo a mi hijo advertí que todo ese amor infinito y esa presencia que es un niño en tu vida luego será ausencia y abandono. Pronto, tu hijo aparece con una señorita de la mano y, como si nada, me va a avisar de que se va a vivir a Australia a salvar ballenas, o a China con una beca Guggenheim a estudiar alguna carrera innecesaria".