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La UE firma un acuerdo con Kazajistán para reducir la dependencia energética de Rusia

El país asiático tiene grandes reservas de petróleo, gas, uranio y todo tipo de minerales

La UE, deficitaria en energía y ansiosa por buscar fuentes alternativas a Rusia, y Kazajistán, rico en petróleo, gas y todo tipo de minerales, firmaron ayer un acuerdo para reforzar su cooperación energética y esbozaron otro para el uso pacífico de la energía nuclear, con vistas a favorecer el abastecimiento europeo de uranio en el país con las mayores reservas del mundo. El presidente Nursultán Nazarbáyev "esta dispuesto a considerar todas las cuestiones desde un punto de vista pragmático y económico", señaló su homólogo de la Comisión, José Manuel Durão Barroso.

Transparencia Internacional considera al país uno de los más corruptos del mundo

"La relación de la UE con Kazajistán es natural y obvia", subrayó ayer en Bruselas Nazarbáyev. "En el futuro, el 25% de los hidrocarburos que importe la UE procederán del Cáucaso y Kazajistán será un proveedor fiable". El líder kazajo subrayó que los intercambios alcanzan ya los 15.000 millones de euros anuales.

Los acuerdos "van a ser muy fructíferos" para las dos partes, vaticinó, por su parte, Durão Barroso, quien habló también de la presencia de empresas europeas en el país asiático, de diálogo político y de intereses mutuos en seguridad. La UE, históricamente pasiva en el centro de Asia, gozó hace una década de cierta influencia en la región, que se fue diluyendo y ahora quiere recuperar, acuciada por su dependencia energética y la necesidad de diversificar.

Los Veinticinco importan hoy la mitad de su consumo energético (la mitad desde Rusia), porcentaje que ascenderá hasta el 70% en 2025. "Kazajistán tiene unas enormes reservas de petróleo y de gas, que le convierten en un socio muy atractivo para la UE", reconoce Benita Ferrero-Waldner, la comisaria de Relaciones Exteriores de la UE, que ayer estampó su firma junto al ministro kazajo de Energía en el Memorando de Entendimiento Energético.

Kazajistán ocupa el décimo lugar en el ranking de reservas de crudo (el 3,3% de las reservas mundiales) y el decimoquinto en el de gas (1,7% del total). Es líder en reservas explotables de uranio, con alrededor del 20%, de las que ahora vende un 3% a la UE. En un futuro el aprovisionamiento podría llegar al 20%. "Vamos a ayudar a Europa a diversificar sus fuentes de aprovisionamiento", prometió Nazarbáyev a Ferrero-Waldner en Astaná, la nueva capital kazaja, a la que viajó recientemente, junto a un grupo de periodistas, entre ellos el enviado de EL PAÍS.

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Desde el interior de la esfera dorada que corona la torre Baiterek, símbolo de la leyenda nacional sobre el Árbol del Mundo, y a un centenar de metros del suelo, se dibuja nítidamente el oasis que es Astaná. Más allá de las construcciones que crecen con frenesí para dar vida al sueño de Nazarbáyev, la infinita y vacía estepa centroasiática subraya la dimensión de la ambición presidencial: convertir Kazajistán, un país con apenas 15 años de vida, en coprotagonista de la escena internacional. Sus armas son casi todos los metales de la tabla de Mendeleiev y, sobre todo, la energía: petróleo, gas y uranio.

El traslado en 1997 de la capital desde la histórica Almaty (antes Alma Atá, con 1,3 millones de habitantes) -en una zona de soportable clima pero junto a la frontera china-, a Astaná (la antaño pueblerina Tselinogrado, capital de las tierras vírgenes que quiso explotar Nikita Jruschov, hoy con unos 600.000 habitantes) -en plena estepa, donde las temperaturas oscilan entre los 40º C y los 40º C bajo cero, acentuados por el implacable viento-, fue una decisión estratégica de un Nazarbáyev que, como sus legendarios ancestros, hace y deshace a placer en el país.

Sin su permiso, no se mueve una hoja (o un euro; el país ocupa el lugar 110 en la lista de corrupción de 159 de Transparencia Internacional; la familia presidencial y allegada son intocables). No en vano, la inerme y desorganizada oposición, amedrentada por un par de asesinatos políticos, le llama Señor 91%, en atención al resultado electoral proclamado en las presidenciales de 2005, para un tercer mandato de siete años. La Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) criticó el proceso.

Entre las numerosas razones esgrimidas para el cambio de la capitalidad figura la de establecerla en el corazón del país, como foco irradiador y polo de conexión entre Este y Oeste en el centro de Asia. Es lo mismo que Nazarbáyev busca para Kazajistán. En los confines occidentales del país, cerca de la frontera rusa y sobre el puente que cruza el río Ural, el viajero que se dirige al Oeste lee un cartel: "Europa". Quien viaja en dirección contraria lee: "Asia".

"Somos un país asiático, pero nos consideramos europeos", dice el ministro de Asuntos Exteriores, Kasymzhomart Tokaev. "Queremos dar los primeros pasos para una auténtica relación estratégica en la energía", apunta Ferrero-Waldner. "Es el principio de una nueva era".

Kazajistán -con 2,7 millones de kilómetros cuadrados (cinco veces España), el noveno país del mundo por superficie, habitado por unos 15 millones de personas- es un territorio encerrado que depende de sus vecinos para sacar al mercado mundial sus riquezas, por las que, junto a la Unión Europea, pugnan Estados Unidos, Rusia, China e India. "Asistimos a una explícita y feroz competencia por los recursos energéticos", señala Tokaev. "Tenemos que ser pragmáticos con la UE", agrega el ministro, quien no quiere desafiar a Rusia o Irán y recuerda que "el camino a China, que es buen cliente y con gran demanda, es más corto que a Europa".

La Comisión desea evitar que la apertura energética hacia Kazajistán sea interpretada como un gesto hostil por Moscú. "Nuestro consumo de energía va a crecer por encima del aprovisionamiento que nos puede ofrecer Rusia, que es un socio fiable y lo seguirá siendo, pero queremos diversificar", arguye Ferrero-Waldner. Sin embargo, en privado, fuentes de la Comisión reconocen que puede haber un conflicto entre los intereses rusos y europeos en Kazajistán.

"El país es independiente y tiene derecho a elegir lo que le conviene", dicen las fuentes. Nazarbáyev reconoció ayer que para dar salida a su gas y petróleo hacia Europa quedan años y que se están buscando rutas alternativas a las que ahora pasan por Rusia. "Kazajistán va a estudiar con interés cualquier ruta que sea factible para la salida de los hidrocarburos", aseguró.

Presidir la OSCE

Nursultán Nazarbáyev visitó ayer Bruselas (Comisión Europea y OTAN) mientras en otro extremo de la ciudad los ministros de Exteriores de los 56 países que integran la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE, desde Estados Unidos y Canadá a la Santa Sede y Kazajistán) debatían, entre otras cuestiones, la aspiración kazaja a presidir la organización en 2009.

A Estados Unidos, que como la UE, China y Japón también corteja a Nazarbáyev, le parece subida de tono su aspiración a encabezar una organización veladora por los derechos humanos y la democracia, que ha criticado todos los procesos electorales habidos en el país asiático desde 1991.

La idea que se manejaba ayer era la de ofrecer a Nazarbáyev que espere a 2011. Europa está dividida, con España entre los partidarios de satisfacer las ambiciones presidenciales. "Las condiciones de Kazajistán son las adecuadas para presidir la OSCE", explicó Alberto Navarro, secretario de Estado para Asuntos Europeos. "No tenemos razones contra un país tan importante".

Nazarbáyev no dio por recibidas las inequívocas señales de que sus ambiciones deben esperar. "Kazajistán mantiene su candidatura para 2009", insistió, como desconocedor de la experiencia de recibir un "no" a sus deseos.

"Hemos conseguido magníficos resultados en la liberalización de la economía y la sociedad. En un mundo lleno de baños de sangre y de desastres, Kazajistán goza de paz y convivencia entre sus 130 nacionalidades y más de 40 religiones. Podríamos aportar una experiencia muy valiosa a la OSCE".

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