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Las constructoras exigen entrar en el acuerdo catalán de competitividad

Los contratistas son 4 veces menos rentables que las inmobiliarias

Las constructoras catalanas no quieren quedar fuera del acuerdo para la competitividad y la internacionalización de la economía que aprobó el anterior tripartito. Convencidas de que su productividad puede aumentar a un ritmo anual del 15% y conscientes de su peso económico (un 13% del PIB), exigen al nuevo Gobierno catalán una mesa sectorial que impulse la políticas de innovación tecnológica.

La reivindicación de las constructoras, que cayó en saco roto con el anterior Gobierno catalán y que ahora vuelve a ponerse sobre la mesa, tiene mucho que ver con la batalla que estas empresas libran contra su propia imagen en la opinión pública. La construcción viene a presentarse como el pariente pobre del boom inmobiliario.

La Cámara Oficial de Contratistas de Obras de Cataluña (CCOC) difundió ayer unos datos en esta línea, y que persiguen demostrar que quienes construyen se benefician mucho menos que quienes comercializan y que quienes explotan la obra ya construida. Tomando como referencia las cuatro constructoras que cotizan en la Bolsa y que se incluyen en el selectivo Ibex 35 -FCC, Acciona, ACS y Ferrovial-, los beneficios en relación a las ventas de las constructoras equivalen a un 5,4%. En el caso de las inmobiliarias, la rentabilidad se dispara cuatro veces, ya que asciende al 22,7%. Y, en el caso de las concesionarias, como Abertis o Cintra, el beneficio sobre ventas es también superior, de un 15,2%.

Incluso la rentabilidad de proveedores de la construcción como son las empresas de la energía y el metal está por encima (14,8% y 6,9%), siempre según los datos de la CCOC, que agrupa a 138 empresas y supone la mitad del total de la construcción en Cataluña. Para los contratistas, el resultado sería aún peor si los grupos de la construcción no hubieran emprendido un proceso claro de diversificación de su actividad.

¿Por qué la rentabilidad es comparativamente tan baja? "Existen dos razones, ligadas entre sí", explica Rafael Romero, presidente de la Cámara de Contratistas. "El primero es la existencia de una durísima competencia, de incluso un exceso de competencia en la licitación de obras, tanto en las públicas como en las privadas", arguye, visto que muchos grupos se ven obligados a presentar una oferta en todas las obras que se licitan porque desconocen si en unos meses habrá o no obras para contratar, con los costes correspondientes. La segunda razón es "el hecho de que el cliente sólo tiene en cuenta, a la hora de adjudicar, el precio, más que otros criterios de carácter técnico y de calidad", añade. "Y eso continúa igual o peor que en 2005".

Rebajas de más del 14%

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Para hacerse con la adjudicación, los constructores bajan los precios de la oferta, que se acaban situando entre un 14,5% y un 21% por debajo del precio de la licitación que marca el cliente.

El peso excesivo del precio en las licitaciones hace que las empresas constructoras "dejen de lado" cuestiones como la formación de los trabajadores, la inversión en nuevos equipos y la innovación. "Todo lo que mejoraría nuestra productividad y nos haría más competitivos", dicen. De ahí que el sector pida estar presente en el acuerdo para la competitividad y la internacionalización de la economía.

Las constructoras quieren que la administración juegue un papel de coordinación en una mesa sectorial -en la que estarían presentes desde los arquietectos hasta los ingenieros, pasando por fabricantes de materiales para la construcción- que impulse políticas de innovación. Primero, porque un 25% de la demanda procede del sector público y, después, porque la innovación es difícil de aplicar en un sector desintegrado, donde corresponde a empresas distintas cada actividad de toda la cadena de la construcción.

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