17 países tienen una esperanza de vida menor que en 1975
En 1975, la esperanza de vida en el África subsahariana era de 45,8 años. En 2005, había subido hasta los 46,1. El resultado es una estabilización, en la que el peso de los países que más sufren el sida es determinante: los niños que nazcan hoy en 17 de los países de la región vivirán de media menos que los nacidos hace 30 años.
En el resto del mundo la tendencia es, mayoritariamente, la contraria [la excepción son las repúblicas de la ex Unión Soviètica]. La esperanza de vida media ha pasado en esas tres décadas de los 59,9 a los 67 años, según los datos del informe de la ONU sobre desarrollo humano. En la OCDE, la organización que agrupa a la mayoría de los países más ricos, con el añadido de alguno intermedio, como Turquía o México, ha pasado de 70,3 a 77,6.
Pese a los datos, la Organización Mundial de la Salud insiste en resaltar aspectos positivos. El primero, que se conocen los problemas: las llamadas tres grandes (sida, tuberculosis y malaria), y que hay soluciones a medio plazo para ellas. El acceso a los antirretrovirales para el VIH es uno de ellos. También se extiende el uso de terapias combinadas con artemisinina para la malaria (ya las usan 33 de los 42 países en que esta infección es endémica).
Otras enfermedades
El segundo, el retroceso de otras enfermedades, como la polio, que ya sólo es endémica en Nigeria y Egipto. También ha desaparecido la oncocercosis (también llamada ceguera de río porque la produce un parásito que se encuentra en el limo de las orillas). La lepra está cercana a la eliminación (afecta a una cada 10.000 personas). También han aumentado las tasas de vacunación.
El tercero, es que algunos países han conseguido éxitos notables. Cabo Verde, Seychelles y las Islas Mauricio escapan del desolador panorama. El primero de ellos ocupa el puesto 106 en el índice de desarrollo humano, por delante de Siria, Indonesia o Vietnam. Lo importante de estos países es que se trata de ejemplos, aunque la propia OMS reconoce que no es lo mismo tratar a poblaciones de 40 millones de habitantes, como la de Suráfrica, o de más de 100 millones, como Nigeria.
Hay un factor que preocupa especialmente a los responsables sanitarios internacionales: la fuga de personal a las antiguas potencias coloniales que lastra los debilitados sistemas sanitarios.
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