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La anorexia se cobra la vida de la modelo brasileña Ana Carolina Reston

Juan Arias

La muerte ayer de Ana Carolina Reston, una modelo brasileña de 21 años víctima de la anorexia, ha avivado las críticas contra el empleo en los desfiles de moda de maniquíes excesivamente delgadas. "No hay dinero, ni fama que pueda pagar la vida de un hijo", dijo ayer en lágrimas la madre de la modelo, Miriam Reston, al lanzar un llamamiento a las grandes firmas: "Que hagan todas ellas examen de conciencia y juzguen lo que hicieron con mi hija y con otras como ella".

Reston falleció ayer de una infección generalizada en el Hospital del Servidor Público Municipal de São Paulo. Hija de una familia de escasos recursos, de Pirapora del Bom Jesus (a 53 kilómetros de la capital), comenzó a trabajar como modelo a los 13 años. Desfiló para agencias de prestigio como Ford, Elite, y Equipe, en China, Japón y México. Obsesionada con no perder el empleo del que dependía su familia llegó a alimentarse sólo de manzanas y tomates.

Medía 1,72 metros y apenas pesaba 40 kilos, lo que, según los médicos, es el peso normal de una niña de 12 años que no supere los 1,5 metros. La modelo empezó a sentirse mal durante un viaje a Paris. Ya no conseguía comer y lo poco que ingería lo vomitaba. Su muerte sigue a la de otra modelo uruguaya, Luisel Ramos, víctima de un fallo cardíaco y de la escasa alimentación, el pasado agosto, cuando desfilaba en Montevideo.

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