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La campaña electoral en Cataluña

Zapatero: "CiU merece 8 años más de penitencia"

Miquel Noguer

Las de mañana son mucho más que unas elecciones autonómicas para los socialistas. Lo dejaron muy claro en el mitin final de campaña el candidato del PSC a la Generalitat, José Montilla, y el secretario general el PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero. Montilla aseguró que mañana, además de elegir entre él o Artur Mas, los catalanes también escogen "entre José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy". Entre el progreso o la "derecha extrema", remachó Zapatero. Además, aseguró que no es hora todavía para que vuelva Convergència i Unió al poder. "Tras ocho años pactando con el PP, ahora no tienen suficiente con tres años de penitencia, se merecen al menos ocho más" de oposición.

Ante más de 8.000 personas reunidas en el Palau Blaugrana de Barcelona, Montilla y Zapatero aseguraron que un triunfo de los convergentes de Artur Mas sólo serviría para dar oxígeno al PP en el conjunto de España, sin hacer ninguna referencia a otro escenario que también podría dar mucha gasolina al partido de Rajoy: la reedición del tripartito.

Oriol Bohigas, Rosa Regàs y Pilar Garrigosa firman un manifiesto en apoyo del candidato socialista
El presidente del Gobierno agradece a Pasqual Maragall por haber "dado paso a José Montilla"
El candidato del PSC pide el voto para parar a la derecha y gobernar sin "sectarismo"
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Así, Zapatero se encargó de tejer un discurso en el que la victoria de Montilla sería una pieza más para la construcción de su proyecto para España. El presidente del Gobierno aseguró que Montilla forma parte del proyecto que permitió la retirada de las tropas de Irak, la aprobación del Estatuto y la legalización de las uniones matrimoniales homosexuales. En clave estrictamente catalana, Zapatero aseguró que una victoria de Montilla serviría para que "las instituciones de Cataluña se parezcan a las calles de Cataluña". Entre gritos de "no pasarán" y "a por ellos" Montilla pidió el voto para parar a la derecha y gobernar Cataluña "sin sectarismo", para que Cataluña sepa "qué es tener un Gobierno progresista".

Como en el primer mitin socialista de la democracia, celebrado ahora hace 30 años en el mismo escenario que el mitin del PSC de ayer, el Palau Blaugrana, entre los asistentes se "sudó socialismo". Lo dijo en su día el fallecido dirigente del PSC Joan Reventós y se encargó de recordarlo el alcalde de Barcelona, Jordi Hereu. El ambiente fue el de las grandes ocasiones y fue el mitin más multitudinario de la campaña. Los asistentes llenaron el Palau Blaugrana y hasta bailaron al ritmo de batucada.

El presidente de la Generalitat, Pasqual Maragall, con una más que discreta participación en esta campaña, fue recibido con un caluroso aplauso por el público. También hubo aplausos cuando Rodríguez Zapatero dio las gracias a Maragall por haber "dado paso a Montilla" y "demostrar que las ideas son más importantes que el poder".

Y es que el último día de la campaña también sirvió para que el aparato del PSC, capitaneado por Montilla, y el sector maragallista escenificaran su comunión y cercanía. La dirección del PSC se encargó de publicitar que algunos de los más firmes maragallistas han suscrito un manifiesto en apoyo al candidato socialista que reconoce el trabajo de Maragall y expresa el respeto de los firmantes por el nuevo proyecto de Montilla. Entre los firmantes, el arquitecto Oriol Bohigas, la directora de la Biblioteca Nacional, Rosa Regàs; y la orfebre Pilar Garrigosa, hermana de Diana Garrigosa, esposa de Maragall y ex militante del PSC desde poco después de que Maragall anunciara que no se presentaba a la reelección. Diana Garrigosa, sin embargo, también hizo ayer un simbólico guiño y acudió al mitin final del PSC.

Pero ahora lo que más preocupa al PSC no son sus disonancias internas, sino la abstención que pueda haber mañana entre sus fieles. Por este motivo, antes del mitin, Zapatero y Montilla se adentraron en el epicentro de la abstención: Santa Coloma de Gramenet. Allí pasearon, repartieron abrazos y, sobre todo, animaron a la gente a ir a votar. Y es que Santa Coloma tiene la dudosa virtud de ser la más abstencionista de las grandes ciudades catalanas, al menos en las elecciones autonómicas. En 2003, sólo acudió a votar el 53% de sus ciudadanos, nueve puntos por debajo de la media catalana. El gran perjudicado fue el PSC, que vio como Maragall sólo recaudaba 24.137 votos frente a los más de 36.000 que tuvo meses más tarde Zapatero con el 72% de participación. Por este motivo, y ante las muestras de adhesión incondicional que recibió el presidente en su paseo sobresalió, por detrás la voz de otra miembro de la comitiva, la ex alcaldesa de la población Manuela de Madre, que no se cansó de repetir. "Vale, pero mañana toca votar a Montilla, ¡eh!".

El paseo fue largo. En tiempo, que no en recorrido porque en poco más de una hora Zapatero apenas pudo caminar 300 metros. Periodistas, cámaras, fotógrafos y, sobre todo, gente que paseaba por la zona le impidieron hacer más. Eso sí, el presidente del Gobierno anduvo lo suficiente para recibir piropos -"estás más bueno que la mantequilla"- , quejas -"¿y de la vivienda qué hay?- y besos de todas partes. Empezó Rita, de 94 años, de origen extremeño y muy emocionada por tener ante sus ojos a un presidente socialista. "Recuerdo que en mi pueblo mataron a muchos rojos", explicó emocionada tras tocar al presidente. "Sólo le he deseado que tenga salud y empeño".

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Sobre la firma

Miquel Noguer
Es director de la edición Cataluña de EL PAÍS, donde ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona, ha trabajado en la redacción de Barcelona en Sociedad y Política, posición desde la que ha cubierto buena parte de los acontecimientos del proceso soberanista.

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