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Reportaje:

El Salón del Manga se desborda

La XII edición del encuentro se salda con un gran éxito de público

Superando las previsiones de la organización y las posibilidades del recinto ferial de La Farga de L'Hospitalet, la XII edición del Salón del Manga se saldó con una afluencia de 58.000 visitantes, a lo largo de sus tres días de intensa programación. Según confirmó el director del encuentro, Carles Santamaría, la organización necesita encontrar una nueva ubicación de cara al próximo año.

"Una vez que has participado en un Cos-Play, tienes que repetir", afirma con total convicción Noelia, una joven de 18 años que, con su elaborado disfraz de Abel Nightroad de la serie de anime Trinity Blood, resultó vencedora en la competición convocada, algunos meses atrás, en el Expomanga de Madrid. El Cos-Play (término híbrido que condensa las palabras costume -vestido- y play -juego-) es uno de los rituales más singulares de la comunidad otaku: consiste en convertirse, por unas horas, en un personaje de manga o anime mediante un elaborado disfraz de confección propia. El Abel Nightroad de Noelia es una auténtica filigrana hiperrealista que tiene su detalle maestro en las sofisticadas gafas redondas de alambre que enmarcan su mirada tímida: "Es una forma de hacer manualidades. También es una estrategia para creerte que eres de esa serie que tanto te gusta. Y tiene un componente de espectáculo social, de salón: la gente te mira y te hace fotos. Es muy gratificante. La confección del disfraz me pilló en plena selectividad. Ahora ya estoy en primero de Historia".

"No se trata tanto de identificarte como de sentir el personaje, porque te gusta su carácter y has crecido viendo esa serie", añaden los bilbaínos Aitor (24 años) y José Miguel (26 años) que se han desplazado hasta el Salón del Manga de La Farga de L'Hospitalet ataviados, respectivamente, como Siya de Los caballeros del Zodíaco y Ash de la serie Pokémon. "Este Salón tiene un no-sé-qué que sólo se vive viniendo aquí", añaden. El Cos-Play dominó La Farga de L'Hospitalet en la concurrídisima jornada del sábado, que obligó a los organizadores a cerrar las taquillas a las 15.30 horas, con el fin de no perder el control de esa cola que daba dos vueltas a la manzana, provocando esperas de dos horas y media para acceder al recinto.

Se pudieron ver disfraces de todo tipo que iban de lo sofisticado -una pareja vestida de Mazinger Z y Afrodita A- a lo casi conceptual -dos amigos que se paseaban en calzoncillos con sendas bolsas invertidas del Burger King en la cabeza-, pero, en cada esquina, podía aflorar lo imprevisible, como, por ejemplo, la modulación catalana del fenómeno de las ko-gals. Las ko-gals son jóvenes japonesas, cuyo centro de operaciones es el barrio de Shibuya en Tokio, que broncean su epidermis con rayos uva y tiñen su pelo de rubio para impostar un modelo de belleza californiano. Contemplar a cuatro adolescentes catalanas (Andrea, Ona, Carla y Núria), de entre 14 y 15 años, estridentemente maquilladas para parecerse a esas japonesas estridentemente bronceadas para parecer occidentales produce una inédita forma de desconcierto. Descubrir las sutilezas del fenómeno supone adentrarse en una frondosa jungla de conceptos post-modernos: "Las ko-gals nos diferenciamos por el color de piel: las ganjiro son pálidas; las ganguro, morenas y las yamambas son las mucho más morenas y mucho más maquilladas. También hay clases según el tipo de indumentaria: las sport-gals van más deportivas; las ane-gals, más elegantes y las loco-gals, más extremadas y con más colores. Nos gusta la ropa de la marca Alba Rosa y solemos llevar calcetines de la marca Loose, que parecen calentadores. No nos preocupa lo que piensen los demás. Vivimos al límite, no perdemos el tiempo. Nos encanta ir exageradas, cargadas de colgantes y pulseras, con ropa de última moda y zapatos de plataforma para llamar mucho la atención", detalla la portavoz del grupo. El ídolo pop de las ko-gals es la cantante Ayumi Hamasaki y hay varias series de manga que han reflejado el fenómeno, como Gals! (Glénat) de Mihona Fujii y Galism (Panini) de Mayumi Yokoyama.

Esta edición del Salón del Manga ha visto cómo se disparaban las ventas de las obras de los autores invitados. Las presencias del joven autor Masakazu Katsura,del clásico Monkey Punch y el maestro del horror Hideshi Hino ha tenido su reflejo en las ventas de sus obras respectivas Zetman (Glénat), Lupin III (Mangaline) y El hombre cadáver (La Cúpula). Full Metal Alchemist (Norma) y Emma (Planeta DeAgostini) han sido otros de los best-sellers del Salón. Un stand que vendía el tradicional pastel de arroz japonés -daifuku- también vio cómo se agotaban sus existencias el domingo.

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