No es así
Tengo un problema con una frase del nuevo preámbulo del nuevo Estatuto: "El Manifiesto andalucista de Córdoba describió Andalucía como realidad nacional en 1919, cuyo espíritu los andaluces encauzaron plenamente..." No sé a qué alude exactamente ese "cuyo", palabra vieja y en desuso progresivo. ¿El espíritu pertenece al Manifiesto o a la realidad nacional? No lo sé. Tampoco sé mucho del Manifiesto de 1919, pero, en mi ignorancia, yo sería uno de los andaluces que ha ido encauzando su espíritu, aunque su autor, Blas Infante, cuando en la II República pudo concurrir a las elecciones, no alcanzara los votos suficientes para representar al pueblo.
Hoy han tomado al Blas Infante de 1919 para justificar la inclusión de la formula asimilada del Estatuto catalán de 2006. Un personaje, histórico o de fábula, dice lo que quiera, y el fabulador o el historiador no se responsabiliza de sus palabras. Pero ¿cómo se escribirá la historia el día en que los historiadores utilicen como documento el nuevo preámbulo? ¿Pensarán que los andaluces de 2006 encauzaban el espíritu del Manifiesto de Infante, o de la realidad nacional, desde, por lo menos, 1919? El preámbulo es fundamentalmente histórico, escrito en pasado, de alta densidad temporal, épica, desde las ideas de los federalistas de principios de siglo, hasta los años setenta de la transición y el consenso, en marcha hacia el autogobierno, hasta hoy y la Constitución. Hay huecos en esta historia abreviada: la República, que no tuvo en cuenta a Blas Infante, y el franquismo que lo asesinó.
Leo el primer artículo del Estatuto: "Andalucía, como nacionalidad histórica, se constituye en comunidad autónoma" conforme a la Constitución. No es exactamente así. Parece que, con anterioridad a la Constitución, Andalucía ya era una nacionalidad que ahora decide ser comunidad dentro de la España constitucional. Pero Andalucía no era una nacionalidad antes de la Constitución, y ni siquiera fue una nacionalidad en el momento de la Constitución. Andalucía empezó a entenderse como nacionalidad a partir de su Estatuto de 1981. Ahora, cuando se apruebe el Estatuto elaborado en 2006, será una nacionalidad histórica.
Pero, cuando los historiadores futuros estudien el nuevo Estatuto, ¿pensarán que los manifiestos de Blas Infante eran parte sólida del espíritu andaluz? ¿Deducirán que las elecciones en la II República no eran representativas? ¿Creerán que Andalucía era una nacionalidad histórica que un día decidió integrarse en España, en el marco de la unidad de la nación española? ¿Les dirá alguien que no fue así? ¿Analizarán el gusto de los legisladores de 2006 por conceptos como encauzar y enmarcar, es decir, encerrar en un cauce y poner cerco? ¿Explicarán psicológicamente el instinto de repetición compulsiva que ha llevado a los legisladores estatutarios a que, en cuatro líneas del artículo 1, se remitan dos veces explícitamente a un solo artículo de la Constitución y además copien otra vez una frase del mismo artículo que ya habían citado literalmente en el preámbulo?
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