El rostro como lienzo
El fotógrafo británico Richard Burbridge deslumbra con sus espectaculares e inventivas imágenes de belleza. Oníricas o pictóricas, son una buena muestra de las posibilidades expresivas del género
Su ansiedad perfeccionista y su interés por lo científico se palpan en cada una de sus hiperpulidas y extremadamente elaboradas imágenes. Richard Burbridge, un británico que roza los cuarenta, no es el más mediático de los fotógrafos de moda y belleza, pero tal vez sí uno de los más meticulosos y espectaculares. Con casi 20 años de carrera acumulados tras su retina, se ha convertido en uno de los favoritos de la industria cosmética. MAC, Givenchy, Calvin Klein o Helena Rubinstein son algunas de las marcas para las que ha trabajado. Un negocio que, en parte, explica su traslado a Nueva York en 1993. "Me fui en busca de los clientes estadounidenses", declaró con sinceridad en una entrevista a Hintmag. "Me condujo la excitación por trabajar con los americanos, que eran mis clientes más lucrativos incluso cuando vivía en Londres. Además, el sector de la cosmética es al que siempre quise enfocarme y no existe tal negocio en Gran Bretaña".
Un pragmático planteamiento que, en todo caso, no sirve para explicar por completo su filosofía vital y laboral. Burbridge, el tipo al que las grandes firmas llaman cuando buscan un disparo de milimétrica precisión, no sólo persigue el dinero. También aspira a la influencia creativa. Lo demuestra su intensa relación con la revista de tendencias británica i-D. Allí empezó en 1990 y con ella ha vivido épocas de auténtico romance (en dos años firmó nada menos que un tercio de sus portadas). Conviene tener en cuenta que en revistas como ésta se trabaja por amor al arte o casi. Los mejores profesionales del mundo (modelos, maquilladores, estilistas) estiran las jornadas laborales para aparecer en sus páginas. "Disparamos las historias después de acabar con otros trabajos, así que son sesiones de toda la noche. De viernes a sábado por la mañana normalmente. Hay una gran presión por hacer algo brillante, ya que todo el mundo está pendiente de lo que se hace en revistas como ésta y se inspira en ello. Con i-D no hay tantas restricciones y consideraciones políticas como a las que me enfrento cuando colaboro con Vogue".
Precisamente, ahí está la tercera pata en la que se sustenta el prestigio de Burbridge. Grandes campañas publicitarias, revistas de culto y, finalmente, las imponentes biblias de la moda. Las más poderosas ediciones de Vogue (la italiana, la estadounidense y la británica) le reclaman para fotografiar reportajes de belleza, moda o accesorios pletóricos de fantasía y orgullosamente alejados de los parámetros realistas. Un mundo con el que soñar. Una ficción que, por supuesto, debe mucho a los avances tecnológicos de este arte. "El retoque es fundamental en la actualidad. Es un componente esencial de la fotografía contemporánea, comparable en importancia al pelo o el maquillaje. Por eso yo sólo retoco con una sola persona, que es practicamente mi colaborador más cercano". Pero el gusto por la manipulación no sólo se nota en las oníricas y elegantemente experimentales imágenes dedicadas al maquillaje. Burbridge es también un reputado retratista que ha fotografiado a Jimmy Carter, Jude Law, Spike Lee o Tom Wolfe, entre muchísimos otros. Una faceta profesional en la que también distorsiona la realidad. "Sólo fotografío a personas que me interesan. Normalmente tengo mi propia opinión sobre ellas, así que manipulo el disparo para reflejar lo que quiero que proyecten y transmitan".
Las mejores fotografías de Burbridge (quien también tiene trabajos mucho más comerciales: retrata como nadie frascos de perfume), con su radical imaginación y su elaboradísima factura apuntan las tremendas posibilidades expresivas de la fotografía de belleza. Un género no especialmente valorado, pero que va mucho más allá de la mera ilustración de coloretes y sombras de ojos. Un género en el que hay mucho por inventar. Un espectácular universo visual por descubrir.
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