China construye una valla para evitar una avalancha de refugiados norcoreanos
Pyongyang califica las sanciones del Consejo de Seguridad como una "declaración de guerra"
China está construyendo una valla en algunos tramos de su frontera con Corea del Norte para impedir el paso de refugiados, según reconoció ayer el Ministerio de Exteriores chino, que, sin embargo, dijo que se trata de un proyecto que data de hace varios años. Pekín teme que un agravamiento de la crisis nuclear pueda provocar una llegada masiva de norcoreanos a su territorio. Pyongyang rompió su silencio tras la adopción de sanciones por parte del Consejo de Seguridad de la ONU tras la prueba atómica del lunes de la semana pasada, y aseguró que equivalen a "una declaración de guerra".
"El objetivo de estas instalaciones es mejorar la gestión y las condiciones de control, y asegurar el buen orden en las fronteras", afirmó Liu Jianchao, portavoz del Ministerio de Exteriores chino, sobre la barrera. Liu dijo que el proyecto data de los años noventa. Algunas fuentes aseguran que las obras se han acelerado los últimos días.
Según expertos del Instituto de Estudios Orientales y Occidentales, en Seúl, Pekín comenzó a construir vallas con alambres de espino en las zonas más frecuentes de huida a lo largo del río Tumen -que separa Corea del Norte y China en su lado noreste- en 2003. Y en septiembre pasado empezó a hacer lo mismo a lo largo del río Yalu, que delimita la frontera en el lado suroeste. Muchos refugiados aprovechan que en invierno se hielan las aguas para cruzar.
Mientras, el Gobierno de Pyongyang reaccionó ayer con su retórica habitual a las sanciones adoptadas por la ONU, e insistió en que no se plegará. "No tiene sentido esperar que la República Democrática Popular de Corea, que ha permanecido imperturbable ante cualquier tormenta y tensión en el pasado, cuando no tenía armas atómicas, vaya a doblegarse a las presiones y amenazas ahora que se ha convertido en un estado con armamento nuclear".
La frontera nororiental china preocupa especialmente a Pekín desde hace una década, ya que por ella han salido decenas de miles de norcoreanos huyendo de la ruinosa situación económica y de la dictadura de Kim Jong Il. Se calcula que hay entre 60.000 y 300.000 refugiados en el noreste chino, mezclados con los habitantes locales de etnia coreana, que suman dos millones entre las provincias de Heilongjiang, Jilin y Liaoning.
El muro, que en algunos tramos es de hormigón, podría tener otra utilidad: marcar claramente la demarcación entre los dos países. Pekín y Pyongyang fijaron su frontera común -que se extiende a lo largo de 1.400 kilómetros- en un tratado secreto, que no fue llevado ante la ONU, por lo que no se aplica a un tercer país, como Corea del Sur. China teme que Seúl pueda reclamar una frontera distinta si se produce una futura unificación del Norte y el Sur.
Las autoridades chinas han incrementado en los últimos años los controles sobre los movimientos de refugiados norcoreanos. Decenas entraron en embajadas extranjeras en Pekín, entre ellas la española, y pidieron asilo en 2002 y 2003. Pero el fenómeno prácticamente ha desaparecido; entre otras causas porque el Gobierno ha reforzado los destacamentos de militares que vigilan las legaciones diplomáticas y éstas han incrementado el número y la altura de las vallas con alambres de espino.
Christopher Hill, representante de EE UU en las negociaciones multilaterales para desmantelar el programa nuclear norcoreano -paralizadas desde noviembre de 2005-, dijo ayer en Seúl que la declaración de Pyongyang "no ayuda mucho" a resolver el conflicto. A los encuentros que Hill ha mantenido en Asia se sumarán los de la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, que ayer inició un viaje a Japón, Corea del Sur, China y Rusia. Rice quiere oír de primera mano cómo piensan aplicar sus Gobiernos las sanciones.
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