Millones de libros para ser ciudadanos
Un proyecto de la Secretaría de Educación mexicana intenta salvar a los niños del analfabetismo
"En México no se lee. Los adultos terminan, como mucho, dos libros al año, según cálculos del Instituto Nacional de Estadística". Lorenzo Gómez-Morin, hasta ayer subsecretario de la Secretaría de Educación Pública de México, es tajante: "Si queremos educar a los niños a asumir los retos básicos de cualquier ciudadano, esta tendencia tiene que cambiar radicalmente". Con este afán describe el plan de fomento de la lectura que impulsó hace cinco años. Oceanógrafo, nieto del fundador del PAN (Partido de Acción Nacional), Gómez-Morin recibió ayer el aplauso de cuantos asistieron al Congreso de editores iberoamericanos. Porque el proyecto intenta resolver el problema de forma práctica y, en sus palabras, "va más allá de las posturas estrictamente políticas".
"Hemos conseguido que los alumnos lean cuatro libros al año, el doble que sus padres"
El Proyecto Aula ha distribuido más de 175 millones de libros en 150.000 colegios
Libros. "Son el primer paso". Concretamente, 175 millones. "Gracias a la colaboración de unas 400 editoriales, hemos creado alrededor de un millón de bibliotecas. Por lo menos dos en cada uno de los 150.000 colegios públicos de enseñanza básica -que va de 5 a 15 años-". Esta iniciativa, llamada Proyecto de bibliotecas de aula (o Proyecto Aula) y realizada con una inversión de más de 143 millones de euros, ha acercado a México a los estándares de la Unesco en cuanto a número de libros por alumno disponibles en las escuelas. Ahora, hay ocho libros para cada uno de los 21 millones de alumnos de primaria, del Estado de Chiapas al DF o a la Baja California, lo que contribuye a la lucha contra el analfabetismo en un país donde aún el 8,2% de la población no sabe leer ni escribir. "Es más", comenta Gómez-Morin, "los niños, según los últimos estudios, leen cuatro libros cada año, el doble que sus padres...".
Las bibliotecas creadas por este programa plantean dos tipos de hábitos de lectura: ante todo, la lectura de textos informativos y de manuales escolares. "Son aproximadamente la mitad de los libros que integran las llamadas bibliotecas de aula. Cada clase de cada colegio público tiene una. La otra mitad se compone de texto con cariz literario o de ficción". Sin embargo, recuerda, "no podemos dejar a los jóvenes sin los textos básicos en los que se funda nuestra cultura". Por eso, en cada colegio hay otra biblioteca con obras de Cervantes, clásicos en lengua castellana y títulos de literatura infantil universal.
Sin embargo, los libros y el material escolar no son suficientes para lograr el éxito en un plan de fomento de la lectura, según el impulsor del proyecto. De ahí, la necesidad de invertir esfuerzo para involucrar los "tres actores protagonistas de este proceso: los alumnos, los profesores y los padres". Se trata, ante todo, de formar a los formadores: "Los profesores tienen que aprender en primer lugar a enseñar a leer. Después, se les pide que se involucren directamente en el proyecto, recomendando los textos que consideren más necesarios. Lo mismo pedimos, con carácter voluntario, a los padres de los alumnos". Gómez-Morin se refiere a una figura clave en el plan: el mediador, que tiene la ardua tarea de familiarizar en la lectura a niños que tal vez no hayan visto nunca un libro. "Se empieza leyendo textos a los alumnos. Después se les hacen preguntas sobre los textos leídos y se anima a compartir sus primeras impresiones". Un método básico que, según las primeras encuestas, ha tenido un éxito inesperado. Casi un 70% de los alumnos intenta contar historias. "Hemos detectado además que, en las familias más alejadas del mundo de la lectura, son los niños los que han empezado a animar a los padres a coger un libro".
Pero, ¿quién establece los criterios de selección de los libros? Se trata de una selección progresiva muy organizada. Desde 2001, entre febrero y marzo las editoriales colaboradoras registran alrededor de 10.000 títulos en Internet. En abril comienza la fase de preselección, miembros de la Secretaría de Educación, de organizaciones no gubernamentales y expertos en educación evalúan las propuestas de las editoriales. En agosto, se consultan a los representantes de padres y profesores de los 32 Estados de México, se tienen en cuenta las recomendaciones y, finalmente, antes de que empiece el curso, se compran y distribuyen los títulos en 54 lenguas distintas. En total, más de 16.000 personas trabajan todo el año en este proyecto.
México aún vive una curiosa paradoja en materia educativa. Hace un siglo se consideraba alfabetizada a una persona que pudiera entender y leer textos simples. La cuestión es que el censo nacional considera hoy alfabetizada a una persona que contesta afirmativamente esta pregunta: ¿puede usted escribir y leer un recado?
Sin embargo, la alfabetización no debe ser el objetivo educativo del siglo XXI. "Lo más importante ahora es aumentar la calidad de la enseñanza. Para asumir correctamente, con libertad de criterio, las competencias de la ciudadanía, los derechos y deberes, hay que ser lectores maduros. De manuales, de historia e información, pero también de clásicos y obras literarias", finaliza Gómez-Morin.
Babelia
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