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54º Festival de San Sebastián

Agnieszka Holland y Bahman Ghobadi o el amor por la música

El festival presentó 'Copying Beethoven' y 'Niwemang' en su penúltima jornada

Ángel S. Harguindey

En la penúltima jornada del certamen donostiarra se proyectaron dos buenas películas, lo que es de agradecer en una sección oficial que tiene que competir con la proximidad de otros festivales (Toronto, Venecia o Roma) con mayores presupuestos económicos. La polaca Agnieszka Holland presentó Copying Beethoven, y el kurdo iraní Bahman Ghobadi, su Niwemang (Media luna), dos filmes de muy distintas características industriales que comparten, al menos en esta ocasión, el amor a la música y el deseo de que el público disfrute con una buena historia.

Copying Beethoven narra el final de la vida del compositor (un excelente Ed Harris) y su intensa relación artística con su copista Anna Holtz (Diane Kruger), estudiante del conservatorio e incipiente compositora. Son los días en que Beethoven está finalizando su Novena sinfonía. Déspota, sordo, gruñón y maleducado, la relación con Anna Holtz irá evolucionando desde el cruel sarcasmo y la tiranía a la conveniente tutoría.

La larga secuencia en la que el maestro estrena y dirige en Viena su genial sinfonía, con su copista escondida entre los músicos para indicarle los tiempos de la misma y salvar así el obstáculo de su sordera, es absolutamente magistral, uno de esos momentos en los que la emoción invade los patios de butaca, tanto el de Viena, aunque en realidad se rodó en un teatro húngaro, como el de la sala de cine de San Sebastián. Un alarde de técnica, de montaje e interpretación -Ed Harris y Diane Kruger se prepararon durante semanas en la dirección musical con ese profesionalismo tan frecuente en el poderoso cine norteamericano- que impresionará a los melómanos y a los duros de oído por igual.

La veterana Agnieszka Holland (Europa Europa o El jardín secreto, entre otras) presentó un buen filme, sin pretensiones de autoría pero con oficio y unos equipos técnico y artístico brillantes.

El realizador kurdo iraní Bahman Ghobadi, que ganó la Concha de Oro a la mejor película en 2004 con su terrible Las tortugas también vuelan, sin duda uno de los filmes más demoledores sobre la represión del pueblo kurdo y la falacia de la liberación decidida por "el trío de las Azores", presentó Niwemang (Media luna), una sorprendente comedia en la que un viejo y famoso músico kurdo, Mamo, reúne a sus 10 hijos, también músicos, y recorren parte de Irán para realizar una gran concierto en el Kurdistán iraquí, el primero después de 35 años de espera para poder actuar libremente.

La estupenda película de Ghobadi narra el largo viaje de una tribu familiar disparatada y divertida, sin obviar la represión, la tremenda discriminación que sufren las mujeres o las corruptelas policiales, y lo hace con un tono de comedia que sorprende agradablemente a quienes aún recordaban su aterradora Las tortugas también vuelan. Unos paisajes sobrecogedores en su grandeza, la ingenuidad interpretativa de los abundantes actores no profesionales y unas esporádicas y acertadas gotas de un cierto realismo mágico, confluyen en un filme que pretende y consigue realzar la belleza de la música popular kurda y la constancia en la reivindicación de sus raíces culturales.

Oliver Stone presentó ayer, en la pantalla gigante del velódromo de Anotea de San Sebastián, Word Trade Center, película sobre la tragedia del 11-S en Nueva York, en la que fallecieron agentes del cuerpo de bomberos. Sus colegas de San Sebastián regalaron al cineasta un casco.

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