La melodía de un día trágico y frío
Lluís Llach presenta un filme que recuerda a las víctimas de marzo de 1976 en Vitoria
Amaneció un día frío y bonito. En el interior de la iglesia de San Francisco, de Vitoria, se habían concentrado miles de obreros y estudiantes que en esa jornada, 3 marzo de 1976, secundaban la convocatoria de una huelga general. En el exterior, policías en tanquetas vigilaban nerviosos. A la orden de gasear la parroquia siguió la salida de los huelguistas y el tiroteo raso por parte de las fuerzas policiales. Murieron cinco personas y resultaron heridas más de cien. Ese mismo día, frío y bonito también en Barcelona, Lluís Llach escuchó la noticia en un televisor Philips en blanco y negro. Apagó la televisión y en un piano vertical comenzó a componer Campanades a mort. "Los cinco primeros minutos de esa canción son de composición inmediata", aseguró ayer el cantautor catalán en el Velódromo de Anoeta, en San Sebastián, donde presentó, ante 1.000 personas, el filme documental Llach, la revolta permanent, dirigido por Lluís Danés y que estará en las pantallas españolas en los próximos meses.
Llach, la revolta permanent es la historia de una canción -Campanades a mort-, el retrato de la persona que la escribió, y la crónica-homenaje a las víctimas de aquel "acto de terrorismo de Estado", en palabras de Llach, a las que nunca "ningún Gobierno en la democracia ha pedido perdón, ni les ha recompensado éticamente". "Este filme es la excusa perfecta para contar una historia de esos años de transición, del posfranquismo, de la predemocracia, que no se han contado nunca". "Me emociona y enorgullece poder ser yo esa gran excusa", aseguró Llach.
Lo que empezó siendo el relato de un año en la vida de Llach acabó como un viaje con varios caminos. Llach, la revolta permanent combina imágenes reales de aquellos días trágicos, con el sonido de las comunicaciones internas de la policía, declaraciones y recuerdos de algunos familiares de las víctimas y el proceso creativo de un cantautor que viajó a Vitoria el 3 de marzo de 2006, el mismo día en que se cumplían 30 años, para entonar Campanades a mort ante un auditorio rebosante de público. "Mi canción fue el único reconocimiento público de su drama", dijo Llach, que también este año ha tenido la oportunidad de saldar otra deuda con otra tragedia, la de la muerte a garrote vil de Salvador Puig Antich, hilo argumental de la película Salvador, de la que ha tenido "el honor" de componer la música. "Lo he vivido como una venganza personal muy hermosa contra el olvido", manifestó.
En la primavera de 2007, cuando se cumplan exactamente 40 años de carrera musical, Llach dirá adiós a la canción, las actuaciones y muchas cosas más -"quizás me quede solo con el piano"-. Se queda con un grato recuerdo -"mi carrera ha tenido tribulaciones y sombras, pero tengo el privilegio de haber seducido a alguna gente"- y se aleja con la convicción de que no tiene de qué avergonzarse demasiado de sí mismo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.