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Evo Morales aparta a un ministro clave ante las presiones de Brasil

El presidente de Bolivia releva al impulsor de la nacionalización de los hidrocarburos

Jorge Marirrodriga

Brasil ha comenzado a mover sus piezas en la partida que se juega en territorio boliviano sobre la explotación de los hidrocarburos. El primer resultado es la caída de una de las figuras más emblemáticas del Gabinete de Evo Morales, nada menos que el padre intelectual del proceso de nacionalización de los hidrocarburos, Andrés Soliz.

Brasilia reaccionó a la enésima medida boliviana contra su petrolera estatal con unas durísimas -y hasta ahora inéditas- declaraciones del presidente Lula da Silva, y con el anuncio de la congelación unilateral de las negociaciones sobre el precio del gas. Menos de 48 horas después, Soliz y todo su equipo presentaron la dimisión y fueron sustituidos -en la madrugada de ayer en España- por el jefe de Gabinete de Morales, un hombre de talante mucho más conciliador.

La crisis de Gobierno ha sorprendido a Evo Morales en La Habana, donde asiste a la cumbre de Países No Alienados. En una declaración que recuerda al dicho "no hay mal que por bien no venga", el mandatario boliviano aseguró que "en Bolivia existen numerosos sustitutos para ese cargo". Más ortodoxo, el vicepresidente Álvaro García Linera subrayó que nadie detendrá el proceso de nacionalización comenzado el 1 de mayo.

El desencadenante de la salida de Soliz, un hombre que cuando Morales era apenas un niño ya defendía la nacionalización de los hidrocarburos bolivianos, fue la decisión anunciada el miércoles por el ministro de expropiar dos refinerías que la brasileña Petrobras posee en Bolivia y colocar bajo la estatal boliviana YPFB, también sacudida por los escándalos, el monopolio de la comercialización de los hidrocarburos. "En la práctica, expulsaba de un golpe a Petrobras del refinado", explica una fuente empresarial desde La Paz.

Esta vez el Gobierno brasileño no optó por la línea conciliadora de otras ocasiones. Con elecciones presidenciales en dos semanas, unas negociaciones prácticamente inexistentes sobre la nacionalización y la pretensión boliviana de negociar en otra ronda apenas comenzada la subida del precio del gas que suministra a Brasil, Lula ha dicho "basta". El jueves, expresaba en público su total desacuerdo con el decreto de Soliz, y anunciaba "medidas", sin definirlas. El viernes, su ministro de Exteriores, Celso Amorim, advertía de que Petrobras abandonará Bolivia si las condiciones de trabajo no son las adecuadas. Petrobras es el primer inversor extranjero en Bolivia por un valor de 1.500 millones de dólares (1.185 millones de euros).

El Gobierno boliviano optó por dar marcha atrás y se sugirió a Soliz retirar la medida, pero éste dobló la apuesta y aseguró en público que no daría marcha atrás. Por eso, cuando el mismo viernes apareció un decreto del Poder Ejecutivo congelando la disposición del Ministerio de Hidrocarburos, las horas de Soliz en el Gabinete estaban contadas. Apenas el tiempo para que presentara la renuncia, por "motivos personales".

La gestión de Evo Morales atraviesa un momento complicado con dos frentes bien definidos en los que tiene dificultades. Por un lado, su proyecto de "refundación" del país se ha visto gravemente entorpecido al no contar con la mayoría necesaria para elaborar una nueva Constitución. El polémico cambio de reglamento de la Asamblea Constituyente aprobado hace tres semanas ha decidido a los territorios del oriente del país, los más ricos, a desafiar en la calle al Gobierno con una masiva huelga general y a intensificar el discurso sobre la ruptura territorial del país.

La otra cuestión, también íntimamente ligada al proyecto de Morales, es la propiedad estatal de los hidrocarburos, que en la práctica apenas se ha concretado en la paralización de las nuevas inversiones en este campo en Bolivia y en la subida del gas a Argentina. La actitud adoptada por Brasil es un aviso de hasta dónde puede llegar la política de gestos hostiles del Gobierno boliviano, y un recordatorio de que Lula -claro favorito en las elecciones del 1 de octubre- también tiene un electorado al que le gustan los líderes firmes.

El presidente de Bolivia, Evo Morales, junto a  Andrés Soliz,  ministro de Hidrocarburos, en agosto.
El presidente de Bolivia, Evo Morales, junto a Andrés Soliz, ministro de Hidrocarburos, en agosto.EFE

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Sobre la firma

Jorge Marirrodriga
Doctor en Comunicación por la Universidad San Pablo CEU y licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra. Tras ejercer en Italia y Bélgica en 1996 se incorporó a EL PAÍS. Ha sido enviado especial a Kosovo, Gaza, Irak y Afganistán. Entre 2004 y 2008 fue corresponsal en Buenos Aires. Desde 2014 es editorialista especializado internacional.

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