Bush sostiene que la seguridad de su país depende de la batalla que se libra en Irak
Los demócratas acusan al presidente de EE UU de politizar la conmemoración del 11-S
El obvio intento de George W. Bush de aprovechar el mensaje desde el Despacho Oval en el quinto aniversario de los atentados del 11 de septiembre de 2001 para justificar sus políticas y tratar de definir las líneas del debate de las elecciones legislativas de noviembre encontró ayer el también previsible rechazo de los demócratas. El presidente norteamericano, con graves problemas de credibilidad, reafirmó su visión de que Irak es el frente central de la guerra contra el terrorismo y pidió unidad, pero su llamamiento se encuentra con un país mucho más crítico y más escéptico que hace un año.
"Los estadounidenses merecían algo mejor, merecían la posibilidad de recuperar el espíritu de unidad, determinación y patriotismo que tenía este país hace cinco años", dijo Harry Reid, líder de la minoría demócrata en el Senado. En cambio, añadió, el presidente se dedicó a repetir que "hay que mantener el rumbo en Irak y a hacer política electoralista". El senador Ted Kennedy no se quedó atrás: "El presidente debería avergonzarse de utilizar un día de duelo nacional para dar un discurso diseñado no para unir al país y recordar a los caídos, sino para pedir apoyo para una guerra, la de Irak, que él mismo ha admitido que no tiene nada que ver con el 11-S".
La Casa Blanca ha coreografiado cuidadosamente las dos últimas semanas, con cuatro agresivos discursos de Bush antes del recorrido que hizo el lunes, en silencio, por los tres lugares de los atentados del 11-S (Nueva York, Pensilvania y Washington), y del mensaje desde el Despacho Oval.
En los 17 minutos de una intervención que se había anunciado como no política pero en la que el presidente no dudó a la hora de mezclar el luto de las víctimas del terrorismo con las decisiones que llevaron a la invasión de Irak, Bush vinculó la impopular guerra con la lucha contra el terrorismo, porque esta lucha sigue siendo una gran preocupación para los estadounidenses.
"La seguridad de Estados Unidos depende del resultado de la batalla en las calles de Bagdad", aseguró, para añadir, en una implícita pero leve admisión de responsabilidades: "Sean cuales sean los errores cometidos en Irak, el peor sería pensar que si nos retiramos, los terroristas nos dejarán en paz". "Estados Unidos permanecerá en la lucha. Irak será libre y un aliado firme en la guerra contra el terrorismo".
Quizás inspirado por Ronald Reagan y con el objetivo de situar la guerra contra el terrorismo en el espacio político, cultural y psicológico de la guerra fría, Bush afirmó que "la guerra contra este enemigo es más que un conflicto militar" y dijo: "Se ha llamado a esta lucha un choque de civilizaciones; en realidad, se trata de una lucha por la civilización". Para reiterar su voluntad de situar el conflicto en un marco histórico, añadió: "Es la lucha ideológica decisiva del siglo XXI y el reto de nuestra generación".
El presidente coló también en el discurso algunas discutidas decisiones para afianzar el mensaje de que "estamos más seguros, pero aún no del todo". "Después del 11-S, prometí usar todos los elementos del poder (...) Hemos creado el Departamento de Seguridad Nacional, derrumbado el muro que evitaba que agentes de la ley y de inteligencia intercambiaran información, hemos reforzado la seguridad en aeropuertos, puertos y fronteras, y hemos creado programas nuevos para detectar las transacciones bancarias y las llamadas telefónicas del enemigo".
Sólo cuatro frases
Tony Snow, portavoz de Bush, trató de convencer a los periodistas de que el discurso no había sido político, "excepto en tres o cuatro frases", y aseguró, con aplomo: "No fue un discurso sobre Irak", para añadir: "El presidente se esforzó en no ser partidista". Claramente, el esfuerzo se quedó corto, pero el cálculo es meridiano: la única manera que la Casa Blanca tiene de contener la hemorragia de apoyo a Bush -a pesar de haberse recuperado ligeramente, su respaldo está en el 40%- y de procurar que su desgaste no contagie a las legislativas es pasar a la ofensiva: cambiar la narrativa y el terreno de debate y hablar de Irak en el contexto de la seguridad y el terrorismo; y definir al adversario que no esté de acuerdo con las derivadas políticas de esta lógica como débil y derrotista.
[Por otra parte, el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, indicó ayer que no hay que descartar que el Gobierno de Estados Unidos estuviera implicado en los atentados terroristas contra las Torres Gemelas, informa Efe desde Caracas. Según Chávez, el atentado "le dio una excusa al imperio norteamericano para arremeter con más saña y furia contra el mundo, para bombardear ciudades, para invadir pueblos". El mandatario dijo que "no es descabellada la hipótesis de que las torres, además de sufrir el impacto de los aviones, fueron dinamitadas".
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