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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Ir y saber volver

Mientras la llegada del primer vuelo comercial al aeropuerto de Beirut marcaba el principio del fin del bloqueo por tierra, mar y aire impuesto a Líbano por Israel, el Congreso de los Diputados dio ayer un paso decisivo sobre el papel de España en esta crisis al autorizar, por unanimidad, el envío de un contingente significativo de tropas españolas para reforzar la fuerza de la ONU en Líbano (FINUL). Justamente en Madrid ha concluido la gira de Kofi Annan, quien ha logrado poner fin al bloqueo e impulsar el envío de tropas en número importante a Líbano, lo que en unas semanas debería permitir la total retirada israelí.

Ésta no es una "operación de guerra", como argumenta Rajoy, sino de paz, avalada y supervisada por la ONU. Denominaciones aparte, a diferencia de lo ocurrido en Irak, esta vez se trata de cascos azules al amparo de una resolución del Consejo de Seguridad y con el acuerdo tanto de Israel como de Líbano, como recordó Zapatero, y también el apoyo unánime del Parlamento, incluida la oposición, pese al rifirrafe del debate. El riesgo de que la FINUL se vea envuelta en situaciones peligrosas es real. Por ello, el contingente español debe ir dispuesto para todo, pero no a todo. En este sentido, las explicaciones del ministro de Defensa, José Antonio Alonso, fueron honestas, pero incompletas, ante los riesgos que afronta esta misión "de obligación ética justificada", entre cuyos cometidos no figura el desarmar a Hezbolá, algo que corresponde al Gobierno libanés. Es de esperar que, como prometió el presidente del Gobierno en su intervención, el ministro dé toda la información confidencial disponible a los portavoces parlamentarios en reuniones más técnicas. Pero estos portavoces deberían haber dispuesto de estos datos antes de votar anoche.

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Vamos, pues, a Líbano, en la frontera con Israel, a una aventura que lidera Europa, o una parte de ella, esencialmente Francia, Italia y España. Por razones históricas, Alemania ha preferido no correr el riesgo de que sus soldados se encontraran frente a israelíes, y ha optado por vigilar que no entren armas por el aeropuerto de Beirut o, en lo que va a ser una operación multinacional, por mar. Esta aportación europea es la que está permitiendo levantar el bloqueo, y que entre la ayuda humanitaria y para la reconstrucción en Líbano.

Se trata de una misión de "neutralidad activa" cuyo mayor riesgo es que parezca que la FINUL está allí para proteger a una parte frente a la otra. Falta una estrategia política para transformar el alto el fuego en un proceso de paz, en cuyas posibilidades cree firmemente Annan. Pero en el planteamiento de ayer se echó de menos una estrategia de salida militar. Cuando hay ejércitos de por medio, siempre es peligroso entrar sin saber cómo salir, especialmente en la prolongación y reforzamiento de esta misión de la FINUL que empezó 28 años atrás. Está bien ir, con un rotundo apoyo parlamentario. También habrá que saber volver.

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