"Blair se ha comportado en los últimos cinco años como un pelele"
"¡Dios salve a la reina y Blair a la monarquía!". El director británico Stephen Frears, de 65 años, conocido por su filmografía de tinte social y político, arrancó con La reina las primeras ovaciones de la Mostra, al plasmar con acierto y delicadeza los acontecimientos que se suscitaron en Inglaterra la semana posterior a la muerte de la princesa Diana, aquel agosto de 1997. El dolor y la conmoción de los ingleses; las miles de personas que se concentraron días y días frente a las puertas del palacio de Buckingham cubriendo todos sus accesos con flores; la incapacidad de la familia real de comprender este inmenso fenómeno popular que se extendió al mundo entero, y sobre todo, el papel de un joven Tony Blair, elegido pocos meses antes, en el momento de su máxima popularidad. El filme sostiene la teoría de que sin la intervención del primer ministro, que logró con diplomacia e intuición convencer a Isabel II para que expresara públicamente sus condolencias por la muerte de la Princesa del Pueblo, la monarquía corría grave peligro.
El filme no es para nada difamatorio. Nos respalda una profunda investigación previa"
" Isabel II fue como una hija para Churchill, y ahora es como la madre de Blair"
Pregunta. ¿Cree usted que hubiese podido caer la monarquía británica bajo esas circunstancias?
Respuesta. Tony Blair acababa de ser elegido con una arrolladora mayoría. La coincidencia del fallecimiento de un personaje tan querido como lady Diana y su intervención frente al silencio en que se atrincheró la familia real, especialmente la reina, crearon una situación particular que le brindó mucha popularidad a Blair. Pero no creo que por esto se hubiese llegado a una verdadera revolución para abatir la monarquía.
P. Ha transcurrido casi una década. ¿Qué ha cambiado en Inglaterra desde entonces y cómo es la relación actual entre Blair y la reina?
R. En aquella época, Blair pensó que podía cambiar las cosas. Pero no ha sido así, al menos no como se esperaba. Y ha estado comportándose en los últimos cinco años como un pelele. Su mandato arrancó con todas las ganas de hacer reformas, con la idea de modernizar Inglaterra, pero enseguida se transformó en un férreo conservador, fascinado por la reina. Incluso leí que los Blair pasaron con la reina el pasado fin de semana en Balmoral. Quizá por razones edípicas.
P. ¿A qué se refiere?
R. No hay que culparlo. La reina tiene la misma edad que hubiese tenido su madre y, cuando uno trata con las personas que se asemejan a sus padres, se desencadenan este tipo de relaciones. Si revisamos el pasado, veremos que Isabel II fue como una hija para Churchill, la esposa de los sucesivos primeros ministros, y ahora es como la madre de Blair. Soy inglés y lo entiendo, pues la reina representa para todos nosotros una figura materna. Está presente en mi vida y en mi mente desde hace 60 años, antes que mi propia esposa y mis hijos. Su rostro está en todos lados. Hacer esta película me ha hecho notar cuán profunda es realmente su presencia en mi subconsciente.
P. ¿Qué opina sobre la monarquía?
R. Siempre ha sido una institución absurda, anticuada. La reina Isabel II la ha hecho funcionar de algún modo, por eso los británicos la respetamos y la apreciamos mucho. Creo, sin embargo, que las cosas cambiarán drásticamente cuando ella muera.
P. ¿Es un tema tabú en Inglaterra?
R. Absolutamente. Por eso jamás se había hecho un filme al respecto, menos aún con sus personajes directamente involucrados en una trama. Es extraordinario que la gente se haya sorprendido tanto con La reina. Nunca habría imaginado que este argumento iba a causar tanto revuelo. Y pensar que acepté hacerlo porque me pareció interesante y se convirtió, a la larga, en todo un desafío.
P. Un reto incluso a nivel estético.
R. Forma parte de la credibilidad que queríamos impregnar a la historia. Separamos el material de archivo y tratamos de ponerlo en contraste con el elaborado. Rodamos en 16 milímetros lo que representa la vida democrática. Pero la reina se merecía, sin duda, ser retratada en 35 milímetros.
P. ¿Cree que la familia real lo aprobará cuando lo vea?
R. No lo sé. Pero me da igual. Yo trabajé asumiendo que la reina se sentiría complacida al verse retratada como toda una mujer. Un acercamiento halagador y respetable de mi parte. La gente ve en las películas el reflejo de lo que quiere ver. Creo que Helen Mirren ha logrado aquí con su enorme talento actoral hacer una maravillosa interpretación de Isabel II.
P. ¿No ha sentido temor frente a la posibilidad de tener problemas legales por su contenido y su forma?
R. No. En nuestro país gozamos de la libertad de expresión, y la familia real, tradicionalmente, ha sido muy liberal. Nunca ha intervenido en ese sentido. Además, nuestro filme no es para nada difamatorio. La compañía productora está protegida por la ley y nos respalda una profunda investigación previa, realizada a través de fuentes fiables, que incluso nos enseñaron las reglas de comportamiento y protocolo del palacio de Buckingham.
P. ¿Por qué cree que la familia real británica, a diferencia de las otras monarquías europeas, es siempre el centro de atención de la prensa amarilla?
R. Será probablemente porque los británicos tenemos sentido del humor. La familia real seguramente encuentra también divertidas ciertas situaciones. Sin embargo, en el filme, el tratamiento es serio y respetuoso, a pesar de su toque humorístico. Los personajes no son cómicos ni caricaturescos. Cuando haces un filme retratando a una mujer muestra sus sentimientos, tienes que buscarte la manera para poder manifestarlos. Isabel II es una persona muy hermética, con un profundo sentido de la privacidad y un extremado control sobre sí misma. El cine es usualmente lo contrario, habla sobre gente que expresa sus sentimientos.
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