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La falta de agua potable, principal preocupación de los libaneses

Guillermo Altares

Muchos de los desplazados que volvieron en masa en los primeros días de la tregua han retornado a sus lugares de refugio, en muchos casos a viviendas de familiares o amigos. Algunos van y vienen todos los días; pero no pasan la noche en las zonas devastadas. La ONU considera que sólo entre "el 60% y el 70% ha regresado a sus hogares". El mayor problema para el retorno es que no hay agua potable, ya que todo el sistema de distribución fue destruido durante los bombardeos israelíes.

"Además de la reconstrucción, el agua es imprescindible, es la mayor necesidad en la zona", explica Daniela Cavini, de la oficina de ayuda humanitaria de la Comisión Europea, que, junto al médico español Ricardo Sole Arqués, realiza desde hace una semana una misión exploratoria en la zona destruida. "Es necesario seguir distribuyendo comida y hay mucho trabajo por delante en la desactivación de explosivos; pero otro problema a largo plazo que hemos detectado es que hay un desempleo colectivo total: las cosechas están destruidas, no hay industria, ni comercio, ni turismo", agrega Cavini.

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Médicos Sin Fronteras, una de las organizaciones humanitarias más presentes en la zona durante el conflicto, ha anunciado que se retira porque "la fase de emergencia ha terminado". "Las necesidades médicas, que son importantes, están cubiertas directamente por los libaneses", explica un portavoz de la organización que cree, como todas las ONG que trabajan en la zona, que la necesidad más inmediata es el agua.

La sensación de inseguridad -el miedo a que se produzcan escaramuzas y la presencia esporádica de soldados israelíes, que a veces montan controles en las carreteras- también es un factor que mantiene a los habitantes alejados de sus casas (la mayoría de los pueblos cristianos, intactos, están casi vacíos). La llegada de las tropas internacionales puede ser un factor decisivo para normalizar el retorno, pero lo primero es el agua.

Despliegue internacional

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Mientras tanto, la fuerza internacional empieza a concretarse. A las tropas desplegadas por Francia, Italia y España, entre otros, se suma Alemania, que enviará a Líbano más de 1.200 militares, embarcados en buques de la Marina, para la Fuerza Interina de Naciones Unidas en Líbano (FINUL), según informaciones del semanario alemán Der Spiegel. Hasta ahora, el Gobierno de Angela Merkel no había querido concretar cifras. El ministro de Exteriores había dicho el viernes únicamente que Alemania "no tendrá que esconderse", aludiendo al envío de un número digno de soldados, informa Cecilia Fleta desde Berlín.

La información del Spiegel, que no ha sido confirmada por el Gobierno, añade que la Marina alemana se está preparando para enviar fragatas y lanchas rápidas para patrullar la costa e impedir el contrabando de armas de Hezbolá. Para ello se enviarán también aviones de vigilancia.

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Sobre la firma

Guillermo Altares
Es redactor jefe de Cultura en EL PAÍS. Ha pasado por las secciones de Internacional, Reportajes e Ideas, viajado como enviado especial a numerosos países –entre ellos Afganistán, Irak y Líbano– y formado parte del equipo de editorialistas. Es autor de ‘Una lección olvidada’, que recibió el premio al mejor ensayo de las librerías de Madrid.

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