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Crónica:Alto el fuego en Oriente Próximo
Crónica
Texto informativo con interpretación

Hezbolá entierra sus muertos

La milicia esconde sus armas mientras moviliza a los chiíes del sur de Líbano en manifestaciones de apoyo al jeque Nasralá

Guillermo Altares

Hezbolá aprovechó la jornada de ayer viernes, día sagrado de los musulmanes, para enterrar a sus muertos y reafirmar su presencia en la conflictiva franja al sur del río Litani. "¡Hezbolá! Nosotros también seguiremos su camino", gritaban ayer decenas de libaneses en las calles del centro de Tiro, la principal ciudad del sur de Líbano, durante el sepelio de dos milicianos, Ahmed y Alí, muertos en combate. Los hombres, que iban delante del cortejo, se golpeaban el pecho en un ritual que simboliza el sacrificio, característico de las ceremonias chiíes.

Simpatizantes de todas las edades ondeaban banderas amarillas del Partido de Dios, mientras coreaban una y otra vez consignas, que hacían referencia a los lugares sagrados del chiismo, Kerbala y Nayaf; a sus fundadores, los imanes Alí y Husein; pero también jurando fidelidad al líder del grupo, el jeque Hasan Nasralá, y elogiando el martirio. Los gritos contra EE UU e Israel eran también constantes. Al final del cortejo, iban las mujeres, en medio, cuatro imanes.

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En Qaná, donde decenas de civiles murieron durante un bombardeo israelí en una de las peores matanzas de la guerra, se produjo una importante manifestación en la que participaron líderes del movimiento islamista. Por la mañana, en medio de un hedor difícil de imaginar, fueron exhumados los cuerpos de numerosas víctimas de los ataques, que habían sido enterrados en frágiles ataúdes de madera, y a toda prisa, durante la guerra.

En Tiro, la fosa común estaba situada en un descampado en la entrada principal desde el norte. En las calles de la ciudad, y en otros pueblos del sur del país como Jiam, arrasado durante los combates, los militantes de Hezbolá, las banderas y los símbolos del partido (fotos de Nasralá, junto a las de mártires del movimiento, o del imán Jomeini) están muy presentes, pero no sus armas, que permanecen ocultas, aunque nadie se plantee la posibilidad de desarmarse ahora. "Si nos vuelven a atacar, lucharemos hasta el final", aseguraba uno de los asistentes al entierro. "Hemos respondido a todas las agresiones de Israel y siempre hemos ganado. Y volveremos a hacerlo", señalaba otro, que tampoco quiso decir su nombre. Los soldados libaneses, que el jueves tomaron por primera vez en décadas posiciones al sur del Litani y que esperarán allí la llegada de las tropas internacionales, eran muy poco visibles en los pueblos arrasados, donde se desarrollaron los peores combates: un control aquí y allá, algunos efectivos arreglando carreteras y otros supervisando las labores de desentierro.

Del cuartel de Marjayún, que llegó a estar ocupado por las tropas israelíes hasta el martes, salían de vez en cuando algunos vehículos todoterreno con soldados que iban de patrulla; pero luego eran casi invisibles sobre el terreno. El Gobierno libanés tiene previsto desplegar en los próximos días un total de 15.000 soldados, a la espera de los refuerzos de soldados extranjeros bajo mandato de la ONU que deben llegar a la zona en cuestión de semanas.

[Aviones israelíes sobrevolaron anoche el valle de la Bekaa, al este de Líbano, sin atacar objetivos, informa Reuters].

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Sobre la firma

Guillermo Altares
Es redactor jefe de Cultura en EL PAÍS. Ha pasado por las secciones de Internacional, Reportajes e Ideas, viajado como enviado especial a numerosos países –entre ellos Afganistán, Irak y Líbano– y formado parte del equipo de editorialistas. Es autor de ‘Una lección olvidada’, que recibió el premio al mejor ensayo de las librerías de Madrid.

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