Israel y Hezbolá se ensañan el último día
El Gobierno de Olmert aprueba la resolución de la ONU de alto el fuego, que se aplica desde hoy
Israel y Hezbolá se ensañaron ayer con la furia de quien sabe que es su último día en encarnizados combates cuerpo a cuerpo en el sur de Líbano. Fue una jornada absolutamente enloquecedora para la población que resistía a uno y otro lado de la frontera. Ningún otro día de este largo mes de guerra se ha sentido una ofensiva tan brutal. El amanecer se tiñó con los destellos de las explosiones de la artillería israelí, que sacudieron las camas e hicieron temblar las casas de la zona, plagada de instalaciones militares. Al menos 38 civiles murieron en los bombardeos de ayer en Beirut y Baalbek. Hezbolá también quiso demostrar que sigue intacta su capacidad de castigar a Israel y lanzó más de 250 katiushas.
Olmert prometió a la familia de los soldados capturados que negociará con Hezbolá
Con la ofensiva de fondo, el Gobierno israelí aprobó ayer la resolución de alto el fuego de la ONU. Mientras se desarrollaban los combates, 250 kilómetros al sur, en Jerusalén, el primer ministro israelí, Ehud Olmert, presentó a su Gobierno la resolución de la ONU sobre el cese de hostilidades, que fue aprobada por unanimidad, aunque hubo una abstención. El Gobierno libanés y Hezbolá ya se habían pronunciado el sábado a favor de que hoy callen las armas a las ocho de la mañana, hora local (una hora menos en la España peninsular). A esa hora terminará también el bloqueo naval y terrestre impuesto por Israel sobre Líbano.
Hasta entonces, columnas de tanques, apoyadas por bombardeos de la aviación y de la artillería en la retaguardia, avanzaron por el sur de Líbano y se vieron envueltas en violentas emboscadas de los guerrilleros, que les atacaban con misiles antitanques y granadas.
La ministra de Exteriores israelí, Tzipi Livni, declaró que las tropas permanecerán en el vecino país hasta que el Ejército libanés y la nueva fuerza de interposición de la ONU se desplieguen en la zona que ahora ocupan decenas de miles de soldados del Tsahal (Ejército israelí).
En la frontera, bajo la lluvia de cohetes que mató en el frente occidental a un árabe israelí cristiano, de 70 años, e hirió a una decena de personas en distintos puntos, ni los reservistas se creían que podrían permanecer quietos en el sur de Líbano, frente a los milicianos de Hezbolá, entre los siete y 15 días próximos, lo mínimo que supuestamente tardará el despliegue libanés y de los cascos azules. Hezbolá también advirtió de que atacará a las fuerzas ocupantes en cuanto realicen el más mínimo disparo. El temor a que la acción incontrolada de unos u otros convierta en papel mojado los esfuerzos pacificadores de la comunidad internacional se palpaba ayer entre los civiles israelíes, cuyo primitivo apoyo a la guerra se ha ido apagando conforme ha aumentado el número de muertos, más de 150, de los que 110 son soldados.
Anoche, la censura militar guardaba con celo el número de los caídos en el último día de la guerra, pero por la mañana se informó de que el sábado habían muerto combatiendo en Líbano 24 militares, más que en ninguna otra jornada de esta campaña iniciada el 12 de julio, después de que Hezbolá matara en una incursión a ocho soldados y secuestrara a otros dos.
Ayer domingo, un portavoz de la Armada israelí informó de que cinco militares murieron y otros 25 resultaron heridos, cuatro de ellos de gravedad, en los enfrentamientos que mantenían con Hezbolá en el sur de Líbano.
El primer ministro Olmert se reunió ayer con los padres de Eldad Regev y Udi Goldwasser, los soldados cuyo secuestro desató la ofensiva que dura ya un mes. Olmert, que estaba acompañado por el ministro de Defensa, Amir Peretz, les entregó el texto de la Resolución 1701 de Naciones Unidas sobre el cese de hostilidades con Hezbolá, en el que se pide la vuelta incondicional de los dos soldados, aunque la demanda no se incluye entre las obligaciones como pretendía Israel. El primer ministro, que prometió a los padres que negociará con el Partido de Dios la liberación de sus hijos, señaló que no impuso esta exigencia en la resolución para facilitar así el fin de la guerra.
Los portavoces militares aseguran que a lo largo de la contienda han realizado numerosas y arriesgadas operaciones de búsqueda de Regev y Goldwasser, pero todas han sido infructuosas. La semana pasada, Israel mostró un vídeo de un supuesto miembro de Hezbolá capturado en el sur de Líbano, que dijo haber participado en el secuestro de los dos soldados.
Desde que los milicianos entraron en las granjas de Chebaa, una zona bajo control israelí que Líbano considera parte de su territorio, no se han tenido noticias de la situación de los secuestrados. Israel ya negoció con Hezbolá en 2004 un intercambio de prisioneros por un hombre de negocios capturado en Europa y los cadáveres de tres soldados secuestrados en 2001.
El texto de la ONU también aparca el diferendo sobre las granjas de Chebaa, cuya resolución definitiva se considera fundamental para que el alto el fuego sea efectivo y para acabar con el hostigamiento de Hezbolá que sufre Israel desde que se retiró, en 2000, de la zona de seguridad que mantenía en Líbano desde 1982. El secretario general de la ONU, Kofi Annan, tiene 30 días para pronunciarse sobre el estatuto de este territorio en disputa.
Las 14 minúsculas granjas de pastos, actualmente abandonadas, fueron arrebatadas por Israel a Siria en 1967, cuando ocupó los Altos del Golán, en los que Israel las tiene integradas. Siria ha reconocido que esa tierra pertenece a Líbano y ha renunciado a ella.
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