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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Una fortaleza asediada

El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Jean-Claude Trichet, expuso ayer las razones por las cuales esa entidad ha elevado el tipo de interés de la zona euro en 0,25 puntos, hasta el 3%: una tasa de inflación en torno al 2,5%, con riesgo de empeorar por el precio del crudo; cierto fortalecimiento de las economías europeas, que permite augurar que el encarecimiento del dinero no causará daño; el preocupante crecimiento del crédito concedido a las familias y a las empresas, con riesgo para la estabilidad monetaria, y, como coartada final, la percepción de que los tipos de interés "siguen siendo bajos". Ni siquiera olvidó peligros para la estabilidad como el fracaso de la Ronda de Doha o "las tensiones geopolíticas".

Trichet dibuja una zona euro asediada por amenazas inquietantes, unas reales y otras potenciales, ante las que sólo puede defenderse con una política monetaria restrictiva. Pero sería deseable que el rigor monetario se aplique con moderación. O sea, que las subidas se realicen de forma suave, en píldoras de 0,25 puntos; en periodos predecibles y no por sorpresa, y que el coste del dinero nunca rebase el umbral de neutralidad monetaria -inflación más crecimiento-, que en el caso europeo está en torno al 4%. Precisamente la distancia entre los tipos actuales y el pórtico de la neutralidad fue una de las razones más usadas por Trichet para sugerir que el dinero seguirá encareciéndose.

Para la economía española el coste es bien conocido y nada barato para los ciudadanos. Una hipoteca media se encarecerá en casi 1.000 euros al año y los créditos al consumo aumentarán en proporción similar. Son 1.000 euros menos para gastar en bienes de consumo. Sin embargo, la llave para soportar éste y futuros encarecimientos del dinero es el empleo. Mientras se creen suficientes puestos de trabajo, las familias podrán hacer frente a su deuda. El empleo sigue aumentando en España a ritmo apreciable -3,2%, tasa próxima a la de crecimiento económico-; y con buenas expectativas de que aumente la estabilidad laboral gracias a los incentivos introducidos en la última reforma. Pero es una protección que puede erosionarse si no se buscan complementos a la política monetaria, como el aumento de la competitividad.

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