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163 familias de las víctimas del 11-M quieren ver sus nombres en el monumento

El Ayuntamiento contempla ahora inscribir sólo frases escritas entonces en Atocha

Todas las familias consultadas de las 191 víctimas mortales de los atentados del 11 de marzo de 2004 contra los viajeros de los trenes de cercanías en Madrid, concretamente 163 de ellas, se muestran partidarias de que los nombres de sus deudos figuren en el monumento que la compañía Dragados construye junto a la estación de Atocha, por encargo del Ayuntamiento de Madrid, Renfe y el Ministerio de Fomento. Así lo ha manifestado Gregorio Peces Barba, Alto Comisionado de Apoyo a las Víctimas del Terrorismo, quien ha mostrado su inquietud ante la posibilidad de que los nombres de las víctimas sean sustituidos por frases escritas por los madrileños en los muros de la estación de Atocha, en fechas posteriores a los atentados.

Las piezas cristalinas, de bordes curvos, podrán articularse hasta 180 grados
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El Alto Comisionado subraya que las familias se atienen a que el proyecto ganador del Concurso Internacional de Ideas, convocado por el Ministerio de Fomento, Renfe y el Ayuntamiento de Madrid, en su memoria descriptiva recogía "de forma clara" la inscripción de los nombres de las víctimas mortales. Del mismo modo -remarca el Alto Comisionado-, "el acta del jurado calificador del concurso, reunido el 22 de noviembre de 2004 para fallar sobre el certamen, concedió por unanimidad el primer premio al proyecto ganador (denominado FAM) que se ciñe a la convocatoria y a las bases establecidas previamente y que son en recuerdo de las víctimas de los atentados sufridos en Madrid el 11 de marzo de 2004". Así, la Asociación 11-M de Afectados por Terrorismo, presidida por Pilar Manjón, envió en un principio la autorización de 111 familias de víctimas y luego las de hasta 142, para que se mantenga lo establecido al respecto en el proyecto original. De la misma forma se ha manifestado la Asociación de Ayuda a las Víctimas del 11-M, que preside Ángeles Domínguez y que trasladó al Alto Comisionado el consentimiento de cuatro más de esas familias. Este organismo consultó al resto de familiares, a veces mediante gestiones en embajadas, y a fecha de 21 de julio, 163 de ellas, de las 191 de las víctimas mortales, "quieren ver grabados los nombres de los fallecidos y no los mensajes".

Pilar Manjón remarcó ayer: "Tras ser consultadas, ni una sola de las familias de las víctimas se ha negado a que se inscriban los nombres de sus deudos". Las que completan el número hasta 191, explica, son de difícil localización, por tratarse de víctimas que visitaban Madrid por primera vez o bien por carecerse de información familiar al respecto. Fuentes municipales señalaron, por su parte, que el tipo de textos a inscribir aún no ha sido decidido. Pilar Manjón recordó, no obstante, que "en conversación con el alcalde de Madrid el pasado 11 de marzo, Alberto Ruiz-Gallardón se avino a cambiar la denominación, en el parque del Retiro, de Bosque de los Ausentes por el de Bosque del Recuerdo, cosa que ha cumplido, y accedió también a la petición mayoritaria de las familias".

De no resolverse pronto la cuestión de la inserción de inscripciones, el propósito oficial de contar con el monumento inaugurado el 11 de marzo de 2007 amenaza con verse pospuesto dada la laboriosa factura que exigirá.

El equipo de arquitectos FAM (Fascinante Aroma a Manzana) que proyectó el monumento ganador del concurso internacional para erigirlo, está formado por Esaú Acosta, Raquel Buj, Mikel Jaenike, Mauro Gil-Fournier y Pedro Colón de Carvajal. Tienen su estudio en las inmediaciones de la calle de Atocha.

La compañía alemana Shoot fabrica las piezas de vidrio óptico que van a comenzar a ser montadas en fechas próximas y que compondrán el cuerpo del hito monumental; la empresa, también germana, SBP ha realizado los cálculos de ingeniería, mientras la española Fhecor calcula, a su vez, el apoyo del monumento, ambas bajo la supervisión del estudio madrileño. Las letras de las inscripciones que se decidan serán de color blanco-plateado e irán serigrafiadas sobre una membrana a base de un compuesto químico orgánico denominado Etfe, etil-tetrafluoro-etileno. Las inscripciones forrarán materialmente el interior del monumento, iluminado según la evolución de la luz solar. Serán todas de tamaño igual y uniforme, para procurar al visitante una visión ascensional desde una sala a cuatro metros bajo la cota del suelo de la plaza, de unos 400 metros cuadrados de superficie, situada en el vértice septentrional de la estación, sobre una antigua oficina bancaria.

El gran reto de este monumento es que va a ser, con certeza, el único del mundo hecho a base de piezas apiladas de vidrio óptico transparente; cada una de ellas, de 20 por 30 por 7 centímetros, cuenta con un reborde superior circular convexo y otro inferior cóncavo que permiten su articulación por encastramiento a lo largo de un ángulo de casi 180 grados. Con este diseño de las piezas que formarán el armazón monumental se consigue la amplitud de movimientos requerida para trazar el versátil perfil del monolito, cuya línea tendrá apariencia visual rugosa. El desafío es también estructural, ya que del vidrio óptico se conoce su comportamiento frente a la complexión, pero se desconoce cómo reaccionará ante la flexión y la tracción, las otras dimensiones en las que se despliegan los empujes y resistencias de los materiales de construcción. Este tipo de vidrio se empleaba en astrofísica y en la fabricación de probetas para laboratorios de precisión, pero raramente antes como material de edificación. El futuro monumento, de ensoñante luminosidad, pesa 150 toneladas, con 11 metros de altura por ocho de anchura.

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